4/05/2017, 15:42
Cuando el camarero se acercó a tomar nota de la orden, Hoshu le hizo un gesto con la cabeza. Apenas este se alejó, respondió a las interrogantes de su uzureño interlocutor.
—Ahora esperamos.
—¿A qué? ¿que vengan a matarnos?
—No tonto, piensa. ¿Recuerdas lo que dijo Mirogu-san cuando partíamos de la frontera con tu país?
—Pues no. Recuerda tú que perdí el maldito conocimiento, y por suerte me consiguió el colega aquí presente. Así que déjate de subterfugios y habla claro, de una puta vez.
—Le dijo al viejo Yarou que le iba a dar de probar el licor más exquisito de todo el país del viento. Pues ese licor está aquí, y así también su guarida. ¿Por qué crees que una banda tan infame ha tenido tanto problema en encontrarnos?
Kaido alzó los hombros, confuso.
—Porque los hijos de puta no se atreven a meter las narices en éste lado de la ciudad, al menos no tan abiertamente. Aquí viven los más adinerados de Inaka, y Mirogu-san ha sabido congeniar con la gente de aquí para verse protegido por ellos. Han sido años de favores, y encargos, pero hoy por hoy; un mercader de su status está más que seguro con ésta gente.
—Bah. Yo sólo quiero encontrar a Yarou-dono y largarme a mi aldea. Te juro que no vuelvo a salir más nunca de la lluvia que nos ofrece Ame no kami. Ahora la valoro más que antes —dijo, con la sinceridad que siempre le caracterizaba. Luego señaló a Riko, y preguntó—. Oye, a ti te metí en este embrollo sin preguntarte nada. Dime... ¿qué hacías en Inaka? ¿Y qué piensas hacer cuando se termine todo éste asunto de los jodidos Kabutomushi?
—Ahora esperamos.
—¿A qué? ¿que vengan a matarnos?
—No tonto, piensa. ¿Recuerdas lo que dijo Mirogu-san cuando partíamos de la frontera con tu país?
—Pues no. Recuerda tú que perdí el maldito conocimiento, y por suerte me consiguió el colega aquí presente. Así que déjate de subterfugios y habla claro, de una puta vez.
—Le dijo al viejo Yarou que le iba a dar de probar el licor más exquisito de todo el país del viento. Pues ese licor está aquí, y así también su guarida. ¿Por qué crees que una banda tan infame ha tenido tanto problema en encontrarnos?
Kaido alzó los hombros, confuso.
—Porque los hijos de puta no se atreven a meter las narices en éste lado de la ciudad, al menos no tan abiertamente. Aquí viven los más adinerados de Inaka, y Mirogu-san ha sabido congeniar con la gente de aquí para verse protegido por ellos. Han sido años de favores, y encargos, pero hoy por hoy; un mercader de su status está más que seguro con ésta gente.
—Bah. Yo sólo quiero encontrar a Yarou-dono y largarme a mi aldea. Te juro que no vuelvo a salir más nunca de la lluvia que nos ofrece Ame no kami. Ahora la valoro más que antes —dijo, con la sinceridad que siempre le caracterizaba. Luego señaló a Riko, y preguntó—. Oye, a ti te metí en este embrollo sin preguntarte nada. Dime... ¿qué hacías en Inaka? ¿Y qué piensas hacer cuando se termine todo éste asunto de los jodidos Kabutomushi?