5/05/2017, 05:59
La konoichi caminaba despacio a un lado de la apenas sostenible carreta, Hiwata y Ren halaban de esta mientras conversaban y reían. Necesitaba relajarse e intentar olvidar, al menos por un momento, lo sucedido en el puente. Nonoha giro el rostro rápidamente al ver que el muchacho se despertaba, era una buena señal – Al fin despiertas – sonrió la niña, sin hacer muchos movimientos bruscos, pues aún le dolía- Nos diste un buen susto – dejo escapar unas risillas solo para quejarse un poco después - verte ahí tirado como un muñeco de trapo, casi los infarta – comento mientras observaba a los dos ancianos, que al percatarse de que el muchacho al fin habría los ojos le sonreían.
¡Bienvenido de nuevo! –Exclamo el comerciante con emoción – Es bueno ver que despertaste –Agrego el Hiwatari sin dejar de caminar. La oji azul se quedó en silencio unos segundos antes de dejar que su voz escapara de sus labios – Ahí están tus cosas, bueno –se rasco la nuca- algunas de ellas - solo estaba el morral, casi vacío.
Resumámoslo en que, eres bueno peleando y por esos estamos vivos aun – Explico la jovencita sin abandonar esa expresión alegre de su rostro magullado – justo ahora nos dirigimos a mi hogar, allí podrán tratar tus heridas – dijo señalándolo por completo- debes estar cansado, asi que ¡vamos, vamos! Sigue durmiendo con confianza – le animo entre cortas risitas que eran interrumpidas por un “ouch” cada tanto.
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Horas más tarde, ya con el sol ocultandose, se encontraron en la entrada de una casa para nada ostentosa, la carreta detuvo su andar y todos se quedaron de pie ahí, viéndose las caras - ¿Qué debo decirle a mamá? –pregunto Nonoha , sabiendo que la mujer se alarmaría al ver el precario estado de todos los allí presentes – No le digas nada, no habrá necesidad –suspiro su abuelo pasándose una mano por el rostro con cansancio.
- ¡Que linda casa tienes, Ren! –agrego el otro, intentando tranquilizarlos y así cambiar la conversación por unos minutos. Ashito pudo ver desde donde se encontraba una cosa poco modesta, no era ostentosa pero tampoco humilde, la familia de Nonoha no era rica pero vivían bien.
Pronto la puerta se abrió y entonces un rostro femenino asomo - … - la mujer no supo que decir, se quedó observando boquiabierta a las cuatro personas frente a su hogar - ¡¿P-pero que sucedió?! – la castaña solo atino a saludar a su preocupada madre mientras el resto guardaba silencio.
¡Bienvenido de nuevo! –Exclamo el comerciante con emoción – Es bueno ver que despertaste –Agrego el Hiwatari sin dejar de caminar. La oji azul se quedó en silencio unos segundos antes de dejar que su voz escapara de sus labios – Ahí están tus cosas, bueno –se rasco la nuca- algunas de ellas - solo estaba el morral, casi vacío.
Resumámoslo en que, eres bueno peleando y por esos estamos vivos aun – Explico la jovencita sin abandonar esa expresión alegre de su rostro magullado – justo ahora nos dirigimos a mi hogar, allí podrán tratar tus heridas – dijo señalándolo por completo- debes estar cansado, asi que ¡vamos, vamos! Sigue durmiendo con confianza – le animo entre cortas risitas que eran interrumpidas por un “ouch” cada tanto.
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Horas más tarde, ya con el sol ocultandose, se encontraron en la entrada de una casa para nada ostentosa, la carreta detuvo su andar y todos se quedaron de pie ahí, viéndose las caras - ¿Qué debo decirle a mamá? –pregunto Nonoha , sabiendo que la mujer se alarmaría al ver el precario estado de todos los allí presentes – No le digas nada, no habrá necesidad –suspiro su abuelo pasándose una mano por el rostro con cansancio.
- ¡Que linda casa tienes, Ren! –agrego el otro, intentando tranquilizarlos y así cambiar la conversación por unos minutos. Ashito pudo ver desde donde se encontraba una cosa poco modesta, no era ostentosa pero tampoco humilde, la familia de Nonoha no era rica pero vivían bien.
Pronto la puerta se abrió y entonces un rostro femenino asomo - … - la mujer no supo que decir, se quedó observando boquiabierta a las cuatro personas frente a su hogar - ¡¿P-pero que sucedió?! – la castaña solo atino a saludar a su preocupada madre mientras el resto guardaba silencio.