8/05/2017, 21:34
(Última modificación: 8/05/2017, 21:36 por Umikiba Kaido.)
Kaido soltó una sonrisa picarona, filosa y brillante. Cada uno de sus treinta y dos dientes de cierra se daba por aludido, en la dichosa realidad de que el jodido escualo, El gran tiburón de Amegakure, la bestia fidedigna para cumplir con los designios de uno de los altos clanes como el Hozuki; se podía ver frágilmente abatido por la belleza de una mujer.
Y no una amegakuriense, sino de una maldita extranjera. ¿Cómo se le podía llamar a eso, traición a la patria?
—No sé si es amor, pero tampoco es que importe mucho. Es muy probable que Ritsuko muera en alguna misión o de una terrible enfermedad terminal antes de que la haga mi mujer. Llámame poco optimista, pero el ser un shinobi nos priva de ese tipo de sueños estúpidos e inservibles. Sólo nos distraen de nuestras funciones como ninja, las cuales no son más que trabajar bajo las sombras, eliminando a nuestros enemigos y cumpliendo de los designios de nuestras aldeas; «O en mi caso, los designios de mi clan» los cuales son tan caprichosos para con sus propias causas, que es imposible pensar que dos shinobi de distintas aldeas puedan cohabitar juntos sin desconfiar el uno del otro.
Así, de pronto, la conversación se había tornado seria. Incluso profunda, para un bromista como el mismísimo gyojin.
—Sé que suena un poco hipócrita, siendo que fui yo el que invocó al pacto amistoso entre nuestras aldeas para que me ayudaras. Pero sinceramente no confío en algo tan tergiversable como un pedazo de papel, si es que no fue todo acordado con un simple apretón de manos.
Y no una amegakuriense, sino de una maldita extranjera. ¿Cómo se le podía llamar a eso, traición a la patria?
—No sé si es amor, pero tampoco es que importe mucho. Es muy probable que Ritsuko muera en alguna misión o de una terrible enfermedad terminal antes de que la haga mi mujer. Llámame poco optimista, pero el ser un shinobi nos priva de ese tipo de sueños estúpidos e inservibles. Sólo nos distraen de nuestras funciones como ninja, las cuales no son más que trabajar bajo las sombras, eliminando a nuestros enemigos y cumpliendo de los designios de nuestras aldeas; «O en mi caso, los designios de mi clan» los cuales son tan caprichosos para con sus propias causas, que es imposible pensar que dos shinobi de distintas aldeas puedan cohabitar juntos sin desconfiar el uno del otro.
Así, de pronto, la conversación se había tornado seria. Incluso profunda, para un bromista como el mismísimo gyojin.
—Sé que suena un poco hipócrita, siendo que fui yo el que invocó al pacto amistoso entre nuestras aldeas para que me ayudaras. Pero sinceramente no confío en algo tan tergiversable como un pedazo de papel, si es que no fue todo acordado con un simple apretón de manos.