10/05/2017, 00:02
—Sí, sí todo bien, un poco mareado no más.— Afirmé mientras centraba mi vista en la posición actual de la pelirroja. —¿Qué tal te sientes tú?.— Pregunté como buen médico, era necesario hacer seguimiento a sus pacientes.
—Casi te me ahogas en lo llano.— dijo en broma.
A ese comentario no respondí nada, no sabía si sonreír o sentir pena al respecto, consideraba que, en algunas ocasiones, lo que se dice en broma tiene algo de cierto y solo lo dicen así para decir que es jugando; quizá una percepción personal un poco anticuada.
Una vez la chica me hubiera asegurado su estado, observe con calma los alrededores, así podría permitir que mi corazón volviera a latir con normalidad y que mi respiración también se controlase.
El ambiente cambió repentinamente, aún tenía frío pero era porque estaba totalmente empapado, no obstante, los rayos del sol daban una buena señal y su calor se manifestaba como una mano amigable ante ambos ninjas. El pozo tendría una superficie semicircular, que terminaba con la pared de la cordillera, y su otro límite estaba a unos 30 metros más adelante; la orilla era corta y una arenilla blanca anunciaba el cambio de vegetación.
Unos metros más atrás de la orilla se manifestaba el color verde de la vida, un campo amplio y abierto, con muchas formas de vida diferentes, con flores multicolores esparcidas aleatoriamente y algunos cuantos arboles no muy altos, aquella alfombra verde parecía no tener fin, se asemejaba a un lugar mágico, fuera de lo normal, el cambio de contraste entre ambos ambientes era rotundo, indescriptible.
—Valió la pena venir hasta acá.— Dije con cierto tono de tranquilidad y calma, se podía sentir la paz que el lugar emanaba, el ruido del agua caer, la brisa que corría libre por el lugar y movía las hojas y helechos que ahí crecieron. Una vista que no tenía nada que envidiarle al otro lado de la cordillera, es más, era incluso un verdadero tesoro resguardado por la misma naturaleza.
—Achuuss.— Estornudé, no tuve chance a llevar mis manos a mi boca, fue una respuesta instantanea. No debía olvidar que estaba todo empapado y que las ráfagas aéreas se manifestaban con bastante frecuencia.
—No me quiero resfriar así que será mejor que nos quitemos estas ropas, por lo menos yo lo haré, podríamos cercar nuestras pertenencias hacemos una fogata.— Empecé a caminar con paso lento a la orilla. —¿Qué dices?— Quería saber su opinión ante mi propuesta.
”Ya estoy aquí, ahora solo debo encontrar unas cuantas flores de esas…”
—¿Ya recordaste qué hacías por aquí?.— Pregunté curioso, aún no sabía el motivo de la kunoichi.
—Casi te me ahogas en lo llano.— dijo en broma.
A ese comentario no respondí nada, no sabía si sonreír o sentir pena al respecto, consideraba que, en algunas ocasiones, lo que se dice en broma tiene algo de cierto y solo lo dicen así para decir que es jugando; quizá una percepción personal un poco anticuada.
Una vez la chica me hubiera asegurado su estado, observe con calma los alrededores, así podría permitir que mi corazón volviera a latir con normalidad y que mi respiración también se controlase.
El ambiente cambió repentinamente, aún tenía frío pero era porque estaba totalmente empapado, no obstante, los rayos del sol daban una buena señal y su calor se manifestaba como una mano amigable ante ambos ninjas. El pozo tendría una superficie semicircular, que terminaba con la pared de la cordillera, y su otro límite estaba a unos 30 metros más adelante; la orilla era corta y una arenilla blanca anunciaba el cambio de vegetación.
Unos metros más atrás de la orilla se manifestaba el color verde de la vida, un campo amplio y abierto, con muchas formas de vida diferentes, con flores multicolores esparcidas aleatoriamente y algunos cuantos arboles no muy altos, aquella alfombra verde parecía no tener fin, se asemejaba a un lugar mágico, fuera de lo normal, el cambio de contraste entre ambos ambientes era rotundo, indescriptible.
—Valió la pena venir hasta acá.— Dije con cierto tono de tranquilidad y calma, se podía sentir la paz que el lugar emanaba, el ruido del agua caer, la brisa que corría libre por el lugar y movía las hojas y helechos que ahí crecieron. Una vista que no tenía nada que envidiarle al otro lado de la cordillera, es más, era incluso un verdadero tesoro resguardado por la misma naturaleza.
—Achuuss.— Estornudé, no tuve chance a llevar mis manos a mi boca, fue una respuesta instantanea. No debía olvidar que estaba todo empapado y que las ráfagas aéreas se manifestaban con bastante frecuencia.
—No me quiero resfriar así que será mejor que nos quitemos estas ropas, por lo menos yo lo haré, podríamos cercar nuestras pertenencias hacemos una fogata.— Empecé a caminar con paso lento a la orilla. —¿Qué dices?— Quería saber su opinión ante mi propuesta.
”Ya estoy aquí, ahora solo debo encontrar unas cuantas flores de esas…”
—¿Ya recordaste qué hacías por aquí?.— Pregunté curioso, aún no sabía el motivo de la kunoichi.