13/05/2017, 01:25
Otra cosa en común, la chica manifestó que el simple hecho de pensar en comer insectos le daban ganas de vomitar, no es que me dieran ganas a mí de ello, pero no era para nada de mi agrado tener que hacerlo; aunque le estaba dando muchas vueltas al asunto, ya que aún no nos topábamos con ningún bicho.
—Sinicuichi.— Repetí ante la mala pronunciación de la palabra, en un tono calmado. Me acerqué a paso rápido a para verlo con mis propios ojos, ¿será que ella había encontrado la flor así tan fácil? Mis ojos se posaron en la figura y forma de la flor. —No, no es, es muy grande.— Agregué. —Mira, debe ser un poco más pequeña que la palma de mi mano.—Comparé ambas.
—Vaya el sol sí que esta fuerte, dentro de poco podré lucir un nuevo bronceado jajaja.—Bromeé mientras daba unos pasos y me alejaba de ella para buscar la dichosa flor. —Y tú estarás roja como un camarón.— Anuncié.
Seguí caminando entre la maleza y flores aledañas, mi vista estaba puesta en la flora, mientras más rápido le encontrase más rápido me iría, y de buenas a primeras pasé a besar el pasto, había metido mi pie en quién sabe dónde y la alfombra verde amortiguó mi caída. —¿Qué hay aquí?.— Dije tras incorporarme y visualizar un enorme hueco oculto entre la hierba. —Parece una madriguera, ¿será de los conejos?.—
—Sinicuichi.— Repetí ante la mala pronunciación de la palabra, en un tono calmado. Me acerqué a paso rápido a para verlo con mis propios ojos, ¿será que ella había encontrado la flor así tan fácil? Mis ojos se posaron en la figura y forma de la flor. —No, no es, es muy grande.— Agregué. —Mira, debe ser un poco más pequeña que la palma de mi mano.—Comparé ambas.
—Vaya el sol sí que esta fuerte, dentro de poco podré lucir un nuevo bronceado jajaja.—Bromeé mientras daba unos pasos y me alejaba de ella para buscar la dichosa flor. —Y tú estarás roja como un camarón.— Anuncié.
Seguí caminando entre la maleza y flores aledañas, mi vista estaba puesta en la flora, mientras más rápido le encontrase más rápido me iría, y de buenas a primeras pasé a besar el pasto, había metido mi pie en quién sabe dónde y la alfombra verde amortiguó mi caída. —¿Qué hay aquí?.— Dije tras incorporarme y visualizar un enorme hueco oculto entre la hierba. —Parece una madriguera, ¿será de los conejos?.—