16/05/2017, 20:00
Ahora con la misión en sus manos, solo les quedaba visitar el dojo donde tendrían que llevar a cabo la misma: el dojo encargado del Taijutsu básico, casi siempre enseñado por Kuro-san, el hombre de cejas anchas y pelo rapado, con una sonrisa de oreja a oreja y unos músculos notables que siempre resaltaban porque el hombre en cuestión llevaba una camiseta ceñida con el símbolo de su villa en la espalda.
El comienzo era fácil: llegar allí y presentarse, lo demás corría a cargo de cómo tomasen los jóvenes su actuación.
El comienzo era fácil: llegar allí y presentarse, lo demás corría a cargo de cómo tomasen los jóvenes su actuación.