19/05/2017, 23:02
Estuve más que atento ante la explicación de la sanación de la herida, no obstante, Aiko no específico del todo su habilidad, dejando la respuesta a media, el resultado solo hizo que llamase más mi atención.
”¿Cómo que es eterna?” Dudé ante aquellas palabras que se fijaron en mi mente. —Entonces…— Buscaba las palabras más adecuadas para formular la pregunta, pero al no encontrarlas a la brevedad posible lo manifesté de la forma que me vino en mente, sin saber si era o no la forma adecuada. —¿No mueres? Digo… ¿Usas alguna técnica de resurrección?— Ciertamente conocía que existen un numero inimaginable de técnicas, ¿por qué no una de resurrección?
Todo aquello era tan confuso que las posibilidades que me surgieron parecían infinitas, lo único que podría saciar mi curiosidad sería la respuesta ante aquella habilidad tan magnifica. ”Sí es una técnica definitivamente le diré que me la enseñe, podría ser muy útil.”
Mis intenciones de cazar al conejo seguían vivas como una pequeña flama que en cualquier momento podría crecer y arrasar con todo. Aiko por su parte no llegó a responder nada respecto al roedor, quizá no se recuperaba del todo, la pelirroja era un misterio que iría descifrando con el pasar del tiempo.
Repentinamente una fuerte corriente se manifestó y con ella la presencia de un grupo de mariposas multicolor, colores brillantes que llamarían la atención de ambos a leguas. Los insectos parecían dar unas cuantas volteretas antes de seguir su camino, no antes de haber esparcido un polvo igual de brillante sobre los ninjas, unas partículas que inducirían el sueño a ambos. Indiferentemente sí lograban esquivar la nube sus músculos no responderían y sus parpados jugarían en su contra hasta cerrarse inevitablemente.
—¿Y esas mariposas de donde salieron?— Alcancé a decir antes de quedar totalmente hipnotizado por sus movimientos y moléculas, unos breves segundos después de ello noté que no podía moverme, me asuste… ”¿Qué pasa aquí?” Moví mis orbitas a mis alrededores pero poco fue lo que logre ver, nada en sí que me diese una pista.
Mi cuerpo cayó en la alfombra de césped y flores de forma irremediable, Morfeo me secuestró.
—Te lo dije siempre caen.— Manifestó la anciana con un tono de satisfacción.
—¿Cómo se atreve a decir que se iba a comer a Momo?— La voz blanca y suave de un infante se mostró enojada ante las palabras del médico.
”¿Cómo que es eterna?” Dudé ante aquellas palabras que se fijaron en mi mente. —Entonces…— Buscaba las palabras más adecuadas para formular la pregunta, pero al no encontrarlas a la brevedad posible lo manifesté de la forma que me vino en mente, sin saber si era o no la forma adecuada. —¿No mueres? Digo… ¿Usas alguna técnica de resurrección?— Ciertamente conocía que existen un numero inimaginable de técnicas, ¿por qué no una de resurrección?
Todo aquello era tan confuso que las posibilidades que me surgieron parecían infinitas, lo único que podría saciar mi curiosidad sería la respuesta ante aquella habilidad tan magnifica. ”Sí es una técnica definitivamente le diré que me la enseñe, podría ser muy útil.”
Mis intenciones de cazar al conejo seguían vivas como una pequeña flama que en cualquier momento podría crecer y arrasar con todo. Aiko por su parte no llegó a responder nada respecto al roedor, quizá no se recuperaba del todo, la pelirroja era un misterio que iría descifrando con el pasar del tiempo.
Repentinamente una fuerte corriente se manifestó y con ella la presencia de un grupo de mariposas multicolor, colores brillantes que llamarían la atención de ambos a leguas. Los insectos parecían dar unas cuantas volteretas antes de seguir su camino, no antes de haber esparcido un polvo igual de brillante sobre los ninjas, unas partículas que inducirían el sueño a ambos. Indiferentemente sí lograban esquivar la nube sus músculos no responderían y sus parpados jugarían en su contra hasta cerrarse inevitablemente.
—¿Y esas mariposas de donde salieron?— Alcancé a decir antes de quedar totalmente hipnotizado por sus movimientos y moléculas, unos breves segundos después de ello noté que no podía moverme, me asuste… ”¿Qué pasa aquí?” Moví mis orbitas a mis alrededores pero poco fue lo que logre ver, nada en sí que me diese una pista.
Mi cuerpo cayó en la alfombra de césped y flores de forma irremediable, Morfeo me secuestró.
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—Te lo dije siempre caen.— Manifestó la anciana con un tono de satisfacción.
—¿Cómo se atreve a decir que se iba a comer a Momo?— La voz blanca y suave de un infante se mostró enojada ante las palabras del médico.