20/05/2017, 04:05
Desperté después de un largo trance en el cual no sabría cuánto tiempo transcurrió desde que caí en aquel vil truco, lo importante era que ya estaba de vuelta, pero aún mejor sí pudiera moverme, miré mi cuerpo, mis brazos estaban totalmente atados por una soga gruesa y mi espalda chocaba con otra persona, deduje rápidamente quien era, ¿Quién más sino Aiko? Lo constaté al voltear un poco la cabeza y percibir su presencia.
Momentáneamente, al parecer, estábamos solos, no observe nadie a nuestro alrededor, claro en mi poco campo visual, lo primero que llamó mi atención fue la poca iluminación del lugar, era bastante oscuro y caluroso, mi piel estaba totalmente sudorosa, y pegajosa, mi respiración se volvió consciente; se podía asegurar que nos encontrábamos bajo tierra, las paredes así lo demostraban, al igual que el suelo en el cual estábamos sentados. Traté de mover mis manos, pero estaban atadas juntas frente a mis piernas, con la misma cuerda gruesa y un gran nudo. Me dediqué entonces a detallar nuestro entorno.
La luz era emanada por un bombillo que estaba arriba de nosotros, aun así se podía ver un poco opaco, el techo no era muy alto, unos escasos dos metros y medio o quizá tres, la tierra se encontraba arriba y rodeándonos, estábamos prácticamente en una habitación circular con una única salida, un pasillo corto que intersectaba con otro, no tenía puerta. Sí era una prisión o algo por el estilo tenía un defecto bastante evidente…
—Aiko ¿Estás bien?— Emití casi en forma de susurro, no sabía si nos vigilaban o no, debía ser cauteloso y tratar de armar un plan o estrategia en conjunto a la kunoichi. —¿Sabes que fue lo que pasó?— Pregunté, tenía una idea de lo que pudo haber sucedido, pero su confirmación aseguraría lo que pensé.
Traté de hacer un recuento de lo ocurrido, pero poco pude recordar, las últimas palabras de Aiko… ”¿Realmente es inmortal?” Recordé un poco sorprendido ante su declaración. ”Dijo que no era una inmortalidad perfecta, pero vamos se recupera prácticamente de todo… ¿Entonces no puede morir de hambre o sí?” Surgió la duda ante el estado de inanición que me pareció observar. ”Bueno, pero sigue siendo humana o ¿no? Digo, debe tener las misma necesidades fisiológicas…” Y luego de eso el grupo de mariposas apareció y ahí se terminan los recuerdos.
Aunque no era el momento adecuado para pensar en la inmortal kunoichi, aquello hizo que tomase una nota mental y resaltara el tema de la inmortalidad.
Mis orbes seguían puestas en el único pasillo, éste no tenía iluminación alguna, pero con el cual interceptaba estaba iluminado, mal, pero lo estaba. ¿Alguien se presentaría? —Mira.— Anuncié ante la presencia de otro conejo que se podía ver en el segundo pasillo, no podía detallarle bien, pero estaba seguro de que era otro roedor.
El presente se fue saltando sin siquiera ver a los rehenes, parecía apurado y así como apareció se largó.
Momentáneamente, al parecer, estábamos solos, no observe nadie a nuestro alrededor, claro en mi poco campo visual, lo primero que llamó mi atención fue la poca iluminación del lugar, era bastante oscuro y caluroso, mi piel estaba totalmente sudorosa, y pegajosa, mi respiración se volvió consciente; se podía asegurar que nos encontrábamos bajo tierra, las paredes así lo demostraban, al igual que el suelo en el cual estábamos sentados. Traté de mover mis manos, pero estaban atadas juntas frente a mis piernas, con la misma cuerda gruesa y un gran nudo. Me dediqué entonces a detallar nuestro entorno.
La luz era emanada por un bombillo que estaba arriba de nosotros, aun así se podía ver un poco opaco, el techo no era muy alto, unos escasos dos metros y medio o quizá tres, la tierra se encontraba arriba y rodeándonos, estábamos prácticamente en una habitación circular con una única salida, un pasillo corto que intersectaba con otro, no tenía puerta. Sí era una prisión o algo por el estilo tenía un defecto bastante evidente…
—Aiko ¿Estás bien?— Emití casi en forma de susurro, no sabía si nos vigilaban o no, debía ser cauteloso y tratar de armar un plan o estrategia en conjunto a la kunoichi. —¿Sabes que fue lo que pasó?— Pregunté, tenía una idea de lo que pudo haber sucedido, pero su confirmación aseguraría lo que pensé.
Traté de hacer un recuento de lo ocurrido, pero poco pude recordar, las últimas palabras de Aiko… ”¿Realmente es inmortal?” Recordé un poco sorprendido ante su declaración. ”Dijo que no era una inmortalidad perfecta, pero vamos se recupera prácticamente de todo… ¿Entonces no puede morir de hambre o sí?” Surgió la duda ante el estado de inanición que me pareció observar. ”Bueno, pero sigue siendo humana o ¿no? Digo, debe tener las misma necesidades fisiológicas…” Y luego de eso el grupo de mariposas apareció y ahí se terminan los recuerdos.
Aunque no era el momento adecuado para pensar en la inmortal kunoichi, aquello hizo que tomase una nota mental y resaltara el tema de la inmortalidad.
Mis orbes seguían puestas en el único pasillo, éste no tenía iluminación alguna, pero con el cual interceptaba estaba iluminado, mal, pero lo estaba. ¿Alguien se presentaría? —Mira.— Anuncié ante la presencia de otro conejo que se podía ver en el segundo pasillo, no podía detallarle bien, pero estaba seguro de que era otro roedor.
El presente se fue saltando sin siquiera ver a los rehenes, parecía apurado y así como apareció se largó.