24/05/2017, 20:32
—La piel, no lo creo. No he visto en ningún lado a otra persona con ésta pigmentación, ni mucho menos con un par de agallas en el cuello, y supongo que tú tampoco.
«¿También tiene branquias?» Pensó Ayame, con un escalofrío. Hasta el momento no se había fijado, su pelo, largo y lacio, ocultaba bastante bien aquella característica tan peculiar.
Si ya pensaba que el chico se asemejaba de una manera escalofriante a un tiburón, aquello ya terminaba de rematar aquella imagen. Aunque, durante un instante, meditó la posibilidad de que fuera un anfibio. Kaido tenía branquias para respirar bajo el agua, pero era evidente que también lo hacía fuera de ella sin ningún tipo de problema. ¿Tendría pulmones o lo haría a través de la piel? Lo más sensato era pensar lo primero. No parecía tener la piel húmeda como los anfibios.
«Lo que le faltaría ya, vamos...»
—Los dientes sí que es algo más común, teniendo en cuenta que Yui-sama los tiene, y ella es una Hōzuki, o es lo que se escucha por ahí.
Ayame casi se atragantó con el cordero.
—¿De verdad? ¿Es Hōzuki? —se le escapó con un ahogado hilo de voz—. No tenía ni idea...
«Entonces eso quiere decir que la rara dentro del clan soy yo. No tengo esos dientes, pero quizás sea porque papá no es Hōzuki como sí lo era mamá...»
Kaido la estaba mirando de una manera peculiar, casi con picardía. Y Ayame no pudo evitar removerse en su asiento con cierta incomodidad.
—Q... ¿Qué...?
—¿Por qué tanto interés en mi clan? ¿Tienes a algún familiar que sea Hōzuki o qué? ... o quizás el chico que te gusta. Sí, debe ser eso, ¿no?
«No. Él es H... Espera. ¡¿QUÉ?!»
—¿¿¡¡EEEEHH!!?? —exclamó, con el rostro ardiente como el mismo fuego. Ayame negó con la cabeza de forma enérgica. Quizás demasiado. Terminó algo mareada—. No. No. No es nada de eso. Era simple curiosidad. No es habitual ver a personas con... tus características —completó, no muy segura de cómo terminar la frase sin terminar hiriendo sus sentimientos.
Incapaz de sostenerle la mirada, Ayame volvió a enfrascarse en su comida. Aunque no había mucho más que rebañar en el plato. Por lo que al final preguntó:
—Oye, ¿tú sabes dónde hay que ir para ver eso de la Línea de los Dioses?
«¿También tiene branquias?» Pensó Ayame, con un escalofrío. Hasta el momento no se había fijado, su pelo, largo y lacio, ocultaba bastante bien aquella característica tan peculiar.
Si ya pensaba que el chico se asemejaba de una manera escalofriante a un tiburón, aquello ya terminaba de rematar aquella imagen. Aunque, durante un instante, meditó la posibilidad de que fuera un anfibio. Kaido tenía branquias para respirar bajo el agua, pero era evidente que también lo hacía fuera de ella sin ningún tipo de problema. ¿Tendría pulmones o lo haría a través de la piel? Lo más sensato era pensar lo primero. No parecía tener la piel húmeda como los anfibios.
«Lo que le faltaría ya, vamos...»
—Los dientes sí que es algo más común, teniendo en cuenta que Yui-sama los tiene, y ella es una Hōzuki, o es lo que se escucha por ahí.
Ayame casi se atragantó con el cordero.
—¿De verdad? ¿Es Hōzuki? —se le escapó con un ahogado hilo de voz—. No tenía ni idea...
«Entonces eso quiere decir que la rara dentro del clan soy yo. No tengo esos dientes, pero quizás sea porque papá no es Hōzuki como sí lo era mamá...»
Kaido la estaba mirando de una manera peculiar, casi con picardía. Y Ayame no pudo evitar removerse en su asiento con cierta incomodidad.
—Q... ¿Qué...?
—¿Por qué tanto interés en mi clan? ¿Tienes a algún familiar que sea Hōzuki o qué? ... o quizás el chico que te gusta. Sí, debe ser eso, ¿no?
«No. Él es H... Espera. ¡¿QUÉ?!»
—¿¿¡¡EEEEHH!!?? —exclamó, con el rostro ardiente como el mismo fuego. Ayame negó con la cabeza de forma enérgica. Quizás demasiado. Terminó algo mareada—. No. No. No es nada de eso. Era simple curiosidad. No es habitual ver a personas con... tus características —completó, no muy segura de cómo terminar la frase sin terminar hiriendo sus sentimientos.
Incapaz de sostenerle la mirada, Ayame volvió a enfrascarse en su comida. Aunque no había mucho más que rebañar en el plato. Por lo que al final preguntó:
—Oye, ¿tú sabes dónde hay que ir para ver eso de la Línea de los Dioses?