25/05/2017, 19:51
La silueta pareció reaccionar antes que ella, que permanecía inmóvil, machacando a sus ropas una y otra vez para que dejasen de gotear. Se acercaba tranquilamente mientras se deshacía de la capucha que impedía saber su identidad, revelando unos ojos que ya conocía y que, sin embargo; aquella noche se les antojaban tristes, conmovidos, alejados de aquel brillo que caracterizaba a aquel rubio que se encontraba caminando hacia ella.
— Eri-chan, soy yo. Quiero decirte algo.
— ¿Nabi-kun?
No sabía por qué pero sus palabras habían hecho que su corazón comenzase a latir a más velocidad, quizá por la vergüenza al ser descubierta en plena noche danzando sobre el agua del mar, o porque venía especialmente a hablar con ella de algo, decirle algo a ella... Tragó saliva y asintió con el corazón latiéndole aun más rápido en su pecho, encerrado en aquel pequeño lugar ansiando saber qué quería decirle aquel chico.
Cuando tomó su mano notó un cosquilleo en la yema de sus dedos, algo casi imperceptible y a la vez tan placentero que no se opuso ante el contacto, sin perder el contacto visual entre ambos.
«¿Por qué estoy tan nerviosa?»
— Llevo tiempo queriendo decirte que eres impresionante, que eres preciosa y que tu forma de hacer las cosas es inimitable...
«¿Por qué me está diciendo eso?»
— Y pase lo que pase a partir de ahora no quiero arrepentirme cada día de no haber hecho esto, solo de no haberlo hecho antes...
«¿Arrepentirse de qué? ¿Se va a morir? ¿Se va a trasladar a Ame y viene a decírmelo? Pero... Pero no quiero que se vaya...»
— ... Yo te amo, Furukawa Eri.
—Oh. — Fue como un suspiro entre sorpresa e incertidumbre, pero no pudo decir nada más ya que Nabi había tirado de ella lo suficiente para que sus rostros quedasen a nada de distancia, con su mano libre tomó su cara y la fue acercando lentamente, y mientras tanto Eri...
Eri era un cúmulo de emociones por explotar, algo en su interior revoloteaba, como si de un pájaro enjaulado se tratase mientras acariciaba con sus plumas su estómago y su corazón... Su corazón quería abandonarla en aquel momento, saltar de su pecho y huir de lo rápido que iba. Aun tenía los ojos abiertos y clavados en los de color caramelo de Nabi que cada vez se acercaban más a ella...
... Hasta que el tiempo se detuvo para ella cuando sus labios se encontraron.
Y fue como si el pájaro enjaulado explotase en miles de mariposas revoloteando en su interior, como si su corazón, nervioso; se fuese relajando por el tacto de la piel de Nabi contra su rostro, o como si simplemente algo dentro del mismo se activase tras la confesión del Senju, algo que dormía profundamente y que no había despertado hasta ahora.
Y por ese algo, la joven posó sus manos sobre el pecho del chico y se dejó llevar.
— Eri-chan, soy yo. Quiero decirte algo.
— ¿Nabi-kun?
No sabía por qué pero sus palabras habían hecho que su corazón comenzase a latir a más velocidad, quizá por la vergüenza al ser descubierta en plena noche danzando sobre el agua del mar, o porque venía especialmente a hablar con ella de algo, decirle algo a ella... Tragó saliva y asintió con el corazón latiéndole aun más rápido en su pecho, encerrado en aquel pequeño lugar ansiando saber qué quería decirle aquel chico.
Cuando tomó su mano notó un cosquilleo en la yema de sus dedos, algo casi imperceptible y a la vez tan placentero que no se opuso ante el contacto, sin perder el contacto visual entre ambos.
«¿Por qué estoy tan nerviosa?»
— Llevo tiempo queriendo decirte que eres impresionante, que eres preciosa y que tu forma de hacer las cosas es inimitable...
«¿Por qué me está diciendo eso?»
— Y pase lo que pase a partir de ahora no quiero arrepentirme cada día de no haber hecho esto, solo de no haberlo hecho antes...
«¿Arrepentirse de qué? ¿Se va a morir? ¿Se va a trasladar a Ame y viene a decírmelo? Pero... Pero no quiero que se vaya...»
— ... Yo te amo, Furukawa Eri.
—Oh. — Fue como un suspiro entre sorpresa e incertidumbre, pero no pudo decir nada más ya que Nabi había tirado de ella lo suficiente para que sus rostros quedasen a nada de distancia, con su mano libre tomó su cara y la fue acercando lentamente, y mientras tanto Eri...
Eri era un cúmulo de emociones por explotar, algo en su interior revoloteaba, como si de un pájaro enjaulado se tratase mientras acariciaba con sus plumas su estómago y su corazón... Su corazón quería abandonarla en aquel momento, saltar de su pecho y huir de lo rápido que iba. Aun tenía los ojos abiertos y clavados en los de color caramelo de Nabi que cada vez se acercaban más a ella...
... Hasta que el tiempo se detuvo para ella cuando sus labios se encontraron.
Y fue como si el pájaro enjaulado explotase en miles de mariposas revoloteando en su interior, como si su corazón, nervioso; se fuese relajando por el tacto de la piel de Nabi contra su rostro, o como si simplemente algo dentro del mismo se activase tras la confesión del Senju, algo que dormía profundamente y que no había despertado hasta ahora.
Y por ese algo, la joven posó sus manos sobre el pecho del chico y se dejó llevar.