26/05/2017, 19:12
— ¿Estás segura de que estás bien? Lo más importante de esta misión es que salgas sana y salva.
— Que síiii, ¡no te preocupes!
Y se colocó en su posición.
— Está bien, pero vamos a hacerlo despacio y si te empieza a doler paramos.
Ella asintió energéticamente.
— A la de tres. Una, dos y... tres.
Después del tres Eri tomó con fuerza su lado de la madera, y sintió un suave cosquilleo en su pie, sin embargo lo ignoró y se dirigió hacia la puerta. Una vez allí lo inclinó poco a poco con la mirada volando entre la madera y Nabi, para comprobar que él también giraba aquella tabla lo suficiente para que cabiese por la puerta.
Una vez pudieron pasar la tabla sin mucho contratiempo —solo rozaron un poco la puerta, pero no fue nada —, Eri volvió a girarla lo suficiente para que la tabla volviese a estar recta y ambos se dispusieron a dejarla en el centro del recinto.
— A la de tres lo dejamos en el suelo poco a poco, para no hacernos daño en los dedos, ¿vale? — Preguntó mirando al rubio de nuevo. — Una, dos... ¡Y tres!
Se agachó y dejó la madera en el suelo con cuidado de no hacer ningún daño ni a la madera ni a los dedos de ambos shinobi.
— Que síiii, ¡no te preocupes!
Y se colocó en su posición.
— Está bien, pero vamos a hacerlo despacio y si te empieza a doler paramos.
Ella asintió energéticamente.
— A la de tres. Una, dos y... tres.
Después del tres Eri tomó con fuerza su lado de la madera, y sintió un suave cosquilleo en su pie, sin embargo lo ignoró y se dirigió hacia la puerta. Una vez allí lo inclinó poco a poco con la mirada volando entre la madera y Nabi, para comprobar que él también giraba aquella tabla lo suficiente para que cabiese por la puerta.
Una vez pudieron pasar la tabla sin mucho contratiempo —solo rozaron un poco la puerta, pero no fue nada —, Eri volvió a girarla lo suficiente para que la tabla volviese a estar recta y ambos se dispusieron a dejarla en el centro del recinto.
— A la de tres lo dejamos en el suelo poco a poco, para no hacernos daño en los dedos, ¿vale? — Preguntó mirando al rubio de nuevo. — Una, dos... ¡Y tres!
Se agachó y dejó la madera en el suelo con cuidado de no hacer ningún daño ni a la madera ni a los dedos de ambos shinobi.