1/06/2017, 17:31
Abrió los ojos despacio, y aunque los abriese deprisa, no vería nada más que la oscuridad. Sabía que era de noche, más no sabía muy bien dónde se encontraba. Se incorporó y un punzante dolor de cabeza acudió a ella como si de mil senbones se tratasen. Su mano izquierda tapó ambos ojos y los masajeó con sus dedos cuando de repente...
— ¡Achís!
«Genial, me he resfriado...»
Se quitó la chaqueta que llevaba, todavía húmeda; y la dobló para guardarla, luego se desperezó y observó un poco lo que pudo gracias a la luz de la luna que se filtraba por la ventana del lugar.
«Parece... Parece una habitación normal... ¿Me habrán secuestrado? ¿Y Nabi? ¿Qué ha pasado?»
No había analizado la situación hasta que por fin su cabeza dejó de doler un poco. Hacía seguramente no mucho estaba en la playa con Senju Nabi hablando sobre... Bueno, esos temas; y de repente estaba en un sitio diferente, un lugar desconocido del que no tenía conocimientos suficientes para catalogarlo como lugar seguro. Sacó un kunai con su diestra y fue lentamente a la puerta de la habitación para comprobar si podía abrirla.
Y así fue como la joven, despacio y sin hacer prácticamente ruido salió de la habitación para toparse con... Un salón. «Esto parece una casa normal...» Agachada, tanteó el suelo para no toparse con algún trasto hasta que llegó al sofá, justo encima parecía haber alguien pues se escuchaba una respiración calmada. «¿Estará durmiendo?»
Se levantó lentamente y cuando sus ojos entraron en rango de visión, vio como la cabellera rubia del chico asomaba un poco por un lado del sofá y que Nabi, dueño de aquellos cabellos; se encontraba durmiendo tranquilamente sobre el sofá de lo que parecía ser su casa.
«Con que... Parece ser que me pasó algo y él me trajo a su casa... Espera, ¡¿estoy vestida?! Ah, sí, y no tengo la ropa en mal estado... Quizá solo me trajese para descansar... Pobrecito... Siempre soy una pequeña carga...»
Suspiró y guardó el arma mientras giraba para quedar frente al lugar donde reposaba el chico, luego se acuclillo y miró fijamente su rostro.
— Lo siento, Nabi-kun, lo mejor será que me vaya.
Prácticamente fue un susurro, como si el viento de las noches de verano susurrase cuando se cuela por entre las cortinas, luego depositó un suave beso en la frente despejada del rubio y se incorporó, dispuesta a abandonar el lugar por la ventana.
— ¡Achís!
«Genial, me he resfriado...»
Se quitó la chaqueta que llevaba, todavía húmeda; y la dobló para guardarla, luego se desperezó y observó un poco lo que pudo gracias a la luz de la luna que se filtraba por la ventana del lugar.
«Parece... Parece una habitación normal... ¿Me habrán secuestrado? ¿Y Nabi? ¿Qué ha pasado?»
No había analizado la situación hasta que por fin su cabeza dejó de doler un poco. Hacía seguramente no mucho estaba en la playa con Senju Nabi hablando sobre... Bueno, esos temas; y de repente estaba en un sitio diferente, un lugar desconocido del que no tenía conocimientos suficientes para catalogarlo como lugar seguro. Sacó un kunai con su diestra y fue lentamente a la puerta de la habitación para comprobar si podía abrirla.
Y así fue como la joven, despacio y sin hacer prácticamente ruido salió de la habitación para toparse con... Un salón. «Esto parece una casa normal...» Agachada, tanteó el suelo para no toparse con algún trasto hasta que llegó al sofá, justo encima parecía haber alguien pues se escuchaba una respiración calmada. «¿Estará durmiendo?»
Se levantó lentamente y cuando sus ojos entraron en rango de visión, vio como la cabellera rubia del chico asomaba un poco por un lado del sofá y que Nabi, dueño de aquellos cabellos; se encontraba durmiendo tranquilamente sobre el sofá de lo que parecía ser su casa.
«Con que... Parece ser que me pasó algo y él me trajo a su casa... Espera, ¡¿estoy vestida?! Ah, sí, y no tengo la ropa en mal estado... Quizá solo me trajese para descansar... Pobrecito... Siempre soy una pequeña carga...»
Suspiró y guardó el arma mientras giraba para quedar frente al lugar donde reposaba el chico, luego se acuclillo y miró fijamente su rostro.
— Lo siento, Nabi-kun, lo mejor será que me vaya.
Prácticamente fue un susurro, como si el viento de las noches de verano susurrase cuando se cuela por entre las cortinas, luego depositó un suave beso en la frente despejada del rubio y se incorporó, dispuesta a abandonar el lugar por la ventana.