2/06/2017, 16:48
La situación se había vuelto mucho más tensa, pero ahora sabía que Eri-hime sentía cosas por mi, la vergüenza quedó relegada dejando más sitio a la preocupación por el estado de la kunoichi.
Al salir de mi casa esta noche para despejarme por no poder dormir no me imaginaba que acabaría compartiendo sofa con la chica de mis sueños. Y ahí estabamos, tumbados uno al lado del otro, pegados, porque el sofa no da más de sí, con la escasa luz que la luna es capaz de reflejar a través de mi ventanal.
Podía ver sus ojos perfectamente, como si de un par de amatistas se tratara, igual de bien pude ver la preocupación que en ellos se reflejó. No pude evitar llevar una mano a su pelo y acariciarlo lentamente, era tan suavecito.
— Lo siento Nabi-kun, tienes razón... Sin embargo, me niego a que yo duerma en tu cama y tu en el sofá, además, sigo empapada... ¿P-puedo utilizar tu ducha?
Cuando bajo la vista con tristeza no aguanté más, con mi mano libre levanté su barbilla y volví a besarla. Segundos más tarde me separé, no muy seguro de qué estaba haciendo ni de en qué pensaba en ese momento. Quería besarla y quería verla feliz y sonriente como era ella, y ambas cosas parecían la misma, pero darle el primer beso no había llevado a ninguna parte y la había hecho llorar así que no eran lo mismo, de hecho era bastante diferente.
Con un lio mental acojonante me levanté del sofa para dejar que Eri-hime pudiera hacerlo tambien.
— Em... claro que sí, usa la ducha y coge lo que quieras del armario, aunque no tengo mucha ropa porque bueno, no me parece muy útil tener el armario lleno de ropa, si tienes unas cuantas para cada estación vas sobrado y pues eso. Tú como si estuvieras en tu casa, que no quiero decir que vivas aquí, aunque no tendría ningún problema, solo que no te preocupes, al fin y al cabo yo te he traído aquí sin preguntarte ni nada...
El cerebro se está derritiendo. ¿Qué hacemos, capitán? ¿Y a ti qué te parece? ¡Buenas! ¡Les habla el capitán! Por favor, salgan de forma ordenada del barco, hay chalecos salvavidas para todos. ¡Y que no cunda el panico! Hemos sufrido una fusión del nucleo debido al retraso de parte de la maquinaria que pilota el navío. Salven a las neuronas y los apendices primero, despues los nervios. Hay que ser un caballero ante todo.
Al salir de mi casa esta noche para despejarme por no poder dormir no me imaginaba que acabaría compartiendo sofa con la chica de mis sueños. Y ahí estabamos, tumbados uno al lado del otro, pegados, porque el sofa no da más de sí, con la escasa luz que la luna es capaz de reflejar a través de mi ventanal.
Podía ver sus ojos perfectamente, como si de un par de amatistas se tratara, igual de bien pude ver la preocupación que en ellos se reflejó. No pude evitar llevar una mano a su pelo y acariciarlo lentamente, era tan suavecito.
— Lo siento Nabi-kun, tienes razón... Sin embargo, me niego a que yo duerma en tu cama y tu en el sofá, además, sigo empapada... ¿P-puedo utilizar tu ducha?
Cuando bajo la vista con tristeza no aguanté más, con mi mano libre levanté su barbilla y volví a besarla. Segundos más tarde me separé, no muy seguro de qué estaba haciendo ni de en qué pensaba en ese momento. Quería besarla y quería verla feliz y sonriente como era ella, y ambas cosas parecían la misma, pero darle el primer beso no había llevado a ninguna parte y la había hecho llorar así que no eran lo mismo, de hecho era bastante diferente.
Con un lio mental acojonante me levanté del sofa para dejar que Eri-hime pudiera hacerlo tambien.
— Em... claro que sí, usa la ducha y coge lo que quieras del armario, aunque no tengo mucha ropa porque bueno, no me parece muy útil tener el armario lleno de ropa, si tienes unas cuantas para cada estación vas sobrado y pues eso. Tú como si estuvieras en tu casa, que no quiero decir que vivas aquí, aunque no tendría ningún problema, solo que no te preocupes, al fin y al cabo yo te he traído aquí sin preguntarte ni nada...
El cerebro se está derritiendo. ¿Qué hacemos, capitán? ¿Y a ti qué te parece? ¡Buenas! ¡Les habla el capitán! Por favor, salgan de forma ordenada del barco, hay chalecos salvavidas para todos. ¡Y que no cunda el panico! Hemos sufrido una fusión del nucleo debido al retraso de parte de la maquinaria que pilota el navío. Salven a las neuronas y los apendices primero, despues los nervios. Hay que ser un caballero ante todo.
—Nabi—