2/06/2017, 17:06
(Última modificación: 2/06/2017, 17:07 por Uzumaki Eri.)
Después de lamentar su actitud, Nabi acabó volviendo a actuar como él siempre hacía, primero tomándola por la barbilla para que sus ojos quedasen a la misma altura y luego para volver a besarla. Eri se sorprendió ante aquel acto, aun sin poder asimilarlo del todo, sin embargo antes de que pudiese reaccionar él ya se había alejado, dejándola vía libre para ir a su baño.
— Em... claro que sí, usa la ducha y coge lo que quieras del armario, aunque no tengo mucha ropa...
Y siguió, como si estuviese nervioso, claro, era normal, porque ella también lo estaba, eran jóvenes y de eso iba la juventud, cometer locuras, saltarse clases, tener algún que otro amorío... ¡Pero ellos eran ninjas! ¡Y debían actuar como tal!
«¿Por qué narices me tiemblan tanto las piernas...?»
— Gracias Nabi-kun, volveré enseguida, con tu permiso tomaré alguna camiseta o algo y me ducharé tan rápido como pueda, de nuevo, ¡muchísimas gracias!
Sentía que las palabras sobraban en aquel momento, sentía que estaba hablando de más pero no podía parar, al igual que el extraño rubor que sus mejillas ya habían adquirido como tono normal. Luego hizo una reverencia y se fue dando saltitos hacia el cuarto, rebuscó por las paredes hasta dar con el interruptor de la luz y buscó en el armario de Nabi... Una camiseta que era exactamente idéntica a la que llevaba él.
«A esto se refería con que no necesitabas mucha ropa...»
La tomó y luego...
«¿Y el baño?»
Y por eso salió de la habitación, temblorosa y con la camiseta entre sus manos comenzando a arrugarse de la presión que estaba ejerciendo sobre ella.
— N-nabi-kun... ¿Y el baño? — Preguntó nerviosa.
— Em... claro que sí, usa la ducha y coge lo que quieras del armario, aunque no tengo mucha ropa...
Y siguió, como si estuviese nervioso, claro, era normal, porque ella también lo estaba, eran jóvenes y de eso iba la juventud, cometer locuras, saltarse clases, tener algún que otro amorío... ¡Pero ellos eran ninjas! ¡Y debían actuar como tal!
«¿Por qué narices me tiemblan tanto las piernas...?»
— Gracias Nabi-kun, volveré enseguida, con tu permiso tomaré alguna camiseta o algo y me ducharé tan rápido como pueda, de nuevo, ¡muchísimas gracias!
Sentía que las palabras sobraban en aquel momento, sentía que estaba hablando de más pero no podía parar, al igual que el extraño rubor que sus mejillas ya habían adquirido como tono normal. Luego hizo una reverencia y se fue dando saltitos hacia el cuarto, rebuscó por las paredes hasta dar con el interruptor de la luz y buscó en el armario de Nabi... Una camiseta que era exactamente idéntica a la que llevaba él.
«A esto se refería con que no necesitabas mucha ropa...»
La tomó y luego...
«¿Y el baño?»
Y por eso salió de la habitación, temblorosa y con la camiseta entre sus manos comenzando a arrugarse de la presión que estaba ejerciendo sobre ella.
— N-nabi-kun... ¿Y el baño? — Preguntó nerviosa.