2/06/2017, 21:35
— Gracias Nabi-kun, volveré enseguida, con tu permiso tomaré alguna camiseta o algo y me ducharé tan rápido como pueda, de nuevo, ¡muchísimas gracias!
De nuevo, Eri simplemente sudaba largo y tendido de que la había besado. ¿Viviamos en mundos diferentes? ¿Besar era algo normal para ella? Ya no sabía ni qué pensar, se levantó sin más y se fue. Y yo me quedé mirando por donde se había ido, cómo si el marco de la puerta me fuera a dar alguna respuesta.
Ahí estaba, de pie, mirando aquel marco. Tras él, la felicidad encarnada, ante él, mis ojos mirandolo seriamente. Como un padre que mira a su hijo cuando le trae malas notas, evaluando cómo reaccionar para influirle positivamente y no soltarle cuatro chillidos y castigarlo. Pero solo era un marco.
La misma pregunta que no me había dejado dormir volvió a mi mente, ¿y ahora qué? El paso numero uno se había completado exitosamente, que era confesarme, el paso numero dos ni lo había decidido porque nunca imaginé llegar tan lejos. Apoyé mis codos en mis piernas y entrecrucé mis dedos ante mi rostro, apoyando mi frente en ellos para mirar al suelo.
¿Y ahora qué?
— N-nabi-kun... ¿Y el baño?
Levanté la mirada de golpe, sacado a la fuerza de mi ensimismamiento.
— Eh... la primera puerta que hay a la izquierda.
Tardé unos segundos en volver a situarme en mi propia casa, Eri ocupaba un espacio demasiado grande en mi cabeza y empujaba fuera de ella todo lo demás, dejandome en poco más que un chico feliz y enamorado hasta las trancas.
De nuevo, Eri simplemente sudaba largo y tendido de que la había besado. ¿Viviamos en mundos diferentes? ¿Besar era algo normal para ella? Ya no sabía ni qué pensar, se levantó sin más y se fue. Y yo me quedé mirando por donde se había ido, cómo si el marco de la puerta me fuera a dar alguna respuesta.
Ahí estaba, de pie, mirando aquel marco. Tras él, la felicidad encarnada, ante él, mis ojos mirandolo seriamente. Como un padre que mira a su hijo cuando le trae malas notas, evaluando cómo reaccionar para influirle positivamente y no soltarle cuatro chillidos y castigarlo. Pero solo era un marco.
La misma pregunta que no me había dejado dormir volvió a mi mente, ¿y ahora qué? El paso numero uno se había completado exitosamente, que era confesarme, el paso numero dos ni lo había decidido porque nunca imaginé llegar tan lejos. Apoyé mis codos en mis piernas y entrecrucé mis dedos ante mi rostro, apoyando mi frente en ellos para mirar al suelo.
¿Y ahora qué?
— N-nabi-kun... ¿Y el baño?
Levanté la mirada de golpe, sacado a la fuerza de mi ensimismamiento.
— Eh... la primera puerta que hay a la izquierda.
Tardé unos segundos en volver a situarme en mi propia casa, Eri ocupaba un espacio demasiado grande en mi cabeza y empujaba fuera de ella todo lo demás, dejandome en poco más que un chico feliz y enamorado hasta las trancas.
—Nabi—