2/06/2017, 21:58
— Eh... la primera puerta que hay a la izquierda.
Nada más escuchar la indicación corrió dispuesta a encerrarse en el baño y darse una ducha, pensando que seguramente sería una ducha tranquila, sin ningún contratiempo más allá de su cabeza con un montón de imágenes de ella y Nabi besándose o abrazados en la playa...
Negó mientras se deshacía de su ropa y se colaba bajo la ducha que ya salía templada. Y sus pensamientos volvieron a inundarla, sin saber muy bien entenderlos con claridad o simplemente ponerlos en un orden fijo para aclararse y saber para donde ir en aquel momento. Estaba bien, Nabi había declarado su amor y ella había correspondido, aunque un poco tarde y torpemente, y ya se habían besado dos veces...
¿Por qué el amor era tan difícil?
Cerró el grifo y tomó una toalla para secarse, luego se colocó su ropa interior y mallas y por encima se colocó la camiseta que había tomado prestada del rubio, dejando en un lado su ropa mojada para que se secase. Suspiró y se revolvió el cabello todavía mojado para mirarse en lo que se suponía era el espejo que tenía Nabi en el baño, se golpeó dos veces los mofletes y miró su reflejo con el ceño fruncido.
— ¡Espabila! — Exclamó a su yo del espejo que le chilló exactamente lo mismo, volvió a suspirar y salió del baño.
Luego buscó con la mirada a Nabi, que se encontraba en el sofá sentado, se acercó a él medio corriendo medio aguantándose las ganas de hacerlo hasta que llegó a él con las manos cerradas en puños y las mejillas sonrosadas.
— Nabi-kun... — Murmuró mirando hacia otro lado mientras volvía a sentir cosquillas en el estómago. ¿De verdad le gustaba? Es decir, ¡todo era demasiado confuso! Necesitaba asimilarlo, probarlo, creerlo. Y por eso...
Por eso se inclinó y tomó al rubio por ambas mejillas para romper de nuevo con la distancia entre los dos y demostrarse a sí misma que era verdad lo que estaba experimentando, que aunque no supiese si ese sentimiento se llamaba amor o cariño, o simplemente por descubrir algo nuevo, daba igual, porque era así como se sentía, como se sentía por rozar sus pequeños labios con los del chico y por como lentamente movía los suyos contra los de él por inercia, por algo que impulsaba a su cuerpo sin que ella lo supiese.
Sus manos se sujetaban a sus mejillas con delicadeza y con fuerza, pero no quería dejarlo ir, era una sensación demasiado placentera como para parar simplemente ahora.
Nada más escuchar la indicación corrió dispuesta a encerrarse en el baño y darse una ducha, pensando que seguramente sería una ducha tranquila, sin ningún contratiempo más allá de su cabeza con un montón de imágenes de ella y Nabi besándose o abrazados en la playa...
Negó mientras se deshacía de su ropa y se colaba bajo la ducha que ya salía templada. Y sus pensamientos volvieron a inundarla, sin saber muy bien entenderlos con claridad o simplemente ponerlos en un orden fijo para aclararse y saber para donde ir en aquel momento. Estaba bien, Nabi había declarado su amor y ella había correspondido, aunque un poco tarde y torpemente, y ya se habían besado dos veces...
¿Por qué el amor era tan difícil?
Cerró el grifo y tomó una toalla para secarse, luego se colocó su ropa interior y mallas y por encima se colocó la camiseta que había tomado prestada del rubio, dejando en un lado su ropa mojada para que se secase. Suspiró y se revolvió el cabello todavía mojado para mirarse en lo que se suponía era el espejo que tenía Nabi en el baño, se golpeó dos veces los mofletes y miró su reflejo con el ceño fruncido.
— ¡Espabila! — Exclamó a su yo del espejo que le chilló exactamente lo mismo, volvió a suspirar y salió del baño.
Luego buscó con la mirada a Nabi, que se encontraba en el sofá sentado, se acercó a él medio corriendo medio aguantándose las ganas de hacerlo hasta que llegó a él con las manos cerradas en puños y las mejillas sonrosadas.
— Nabi-kun... — Murmuró mirando hacia otro lado mientras volvía a sentir cosquillas en el estómago. ¿De verdad le gustaba? Es decir, ¡todo era demasiado confuso! Necesitaba asimilarlo, probarlo, creerlo. Y por eso...
Por eso se inclinó y tomó al rubio por ambas mejillas para romper de nuevo con la distancia entre los dos y demostrarse a sí misma que era verdad lo que estaba experimentando, que aunque no supiese si ese sentimiento se llamaba amor o cariño, o simplemente por descubrir algo nuevo, daba igual, porque era así como se sentía, como se sentía por rozar sus pequeños labios con los del chico y por como lentamente movía los suyos contra los de él por inercia, por algo que impulsaba a su cuerpo sin que ella lo supiese.
Sus manos se sujetaban a sus mejillas con delicadeza y con fuerza, pero no quería dejarlo ir, era una sensación demasiado placentera como para parar simplemente ahora.