3/06/2017, 19:14
Las féminas Kikazura estaban ambas cerca de una ventana. Hirami tejía con lentitud, sentada en una mecedora, cerca de la ventana que daba hacia el suroeste de la casa. Taeko, por su parte, estaba en la ventana hacia el sureste, embelesada con el trinar de un gorrioncillo. Miraba fijamente al animal, admirando sus rasgos negros y marrones, e hipnotizada por el vibrar de su canto.
Había sido un día caluroso, pero tranquilo. Y sin embargo, no había silencio. El crujir de la mecedora, la fricción de los hilos entrelazándose, el trinar del gorrión, los suspiros de Taeko y el viento que amenizaba la sinfonía diurna daban vida a aquel cotidiano espectáculo.
Pero todo fue interrumpido por unos golpecitos en la puerta. A pesar de que la ventana donde estaba asomada Taeko estaba del mismo lado que la entrada a la casa, la peliplateada había estado tan enfocada en el avecilla que no vio quién se acercó. La puerta se abrió y una cabeza con cabellos cobrizos se asomó.
—Buenas~ Espero no interrumpir nada. —dijo la mujer en tono animado.
Taeko se separó de la ventana y fue a recibir a la recién llegada con una reverencia. Hirami solo volvió la cara, una cara sonriente, y saludó.
—Oh, Iwada-san. Buenos días.
Aceptando el saludo, Iwada Ririki entró a la casa. Vestía su típico chaleco de chuunin sobre lo que parecía un vestido hecho de adornos de tela diferentes más que de una sola prenda. Sus cortos cabellos color del cobre brillaban ante el sol. Era una ninja médico que solía cuidar de vez en cuando a Hirami. Ririki era hija de aquel shinobi que hacía años se había topado con Hirami cuando estaba huyendo. Ririki se había encariñado con ella y luego con la pequeña Taeko.
Ririki le devolvió la reverencia a Taeko y le dedicó una a su madre.
—Espero que se encuentre bien, Hirami-san. Vengo a traerle algo especial a Taeko-chan.
Acto seguido extrajo de su chaleco un sobre sencillo, adornado solo con un sello. El sello del Morikage.
Al verlo, Hirami soltó su tejido, mientras que Taeko abrió la boca con sorpresa. La chica tomó con mano tímida el sobre. Lo abrió mientras intercambiaba una mirada de suspenso con su madre, y leyó la carta. El rostro de Taeko se tornó inexpresivo por unos instantes.
—¿Qué... qué pasa, cariño? ¿Algo... algo malo? —preguntó la mujer.
—Al contrario —respondió la chuunin, con las manos en las caderas mientras asentía —. Taeko-chan ha sido elegida junto con otros ninja de la aldea para participar en el Torneo de los Dojos. ¡Viajará al Valle de los Dojos para una competencia!
Mientras terminaba de leer la carta, el rostro de Taeko se iluminó como nunca, mientras que el de su madre se llenó de tristeza.
—N-n-no... ¿Q-qué...? ¿Qué significa eso? Ta... Taeko no está... no está... lista...
A pesar de su negación, Hirami sabía que estaba mintiendo. Estaba consciente de que, desde que salió de la Academia, Taeko había crecido como persona y como kunoichi. Había ido de viaje a otros lugares de Oonindo, y había tenido un par de aventuras fuera de casa. Y había regresado a salvo. Pero la mujer no quería que su hija arriesgara más su vida. Su respiración se hizo pesada y una pesada pero familiar melancolía la inundó.
Por otro lado, Taeko respiraba velozmente, emocionada inmensamente por tomar parte de un evento tan grande e importante.
"Fui... elegida..."
Había sido un día caluroso, pero tranquilo. Y sin embargo, no había silencio. El crujir de la mecedora, la fricción de los hilos entrelazándose, el trinar del gorrión, los suspiros de Taeko y el viento que amenizaba la sinfonía diurna daban vida a aquel cotidiano espectáculo.
Pero todo fue interrumpido por unos golpecitos en la puerta. A pesar de que la ventana donde estaba asomada Taeko estaba del mismo lado que la entrada a la casa, la peliplateada había estado tan enfocada en el avecilla que no vio quién se acercó. La puerta se abrió y una cabeza con cabellos cobrizos se asomó.
—Buenas~ Espero no interrumpir nada. —dijo la mujer en tono animado.
Taeko se separó de la ventana y fue a recibir a la recién llegada con una reverencia. Hirami solo volvió la cara, una cara sonriente, y saludó.
—Oh, Iwada-san. Buenos días.
Aceptando el saludo, Iwada Ririki entró a la casa. Vestía su típico chaleco de chuunin sobre lo que parecía un vestido hecho de adornos de tela diferentes más que de una sola prenda. Sus cortos cabellos color del cobre brillaban ante el sol. Era una ninja médico que solía cuidar de vez en cuando a Hirami. Ririki era hija de aquel shinobi que hacía años se había topado con Hirami cuando estaba huyendo. Ririki se había encariñado con ella y luego con la pequeña Taeko.
Ririki le devolvió la reverencia a Taeko y le dedicó una a su madre.
—Espero que se encuentre bien, Hirami-san. Vengo a traerle algo especial a Taeko-chan.
Acto seguido extrajo de su chaleco un sobre sencillo, adornado solo con un sello. El sello del Morikage.
Al verlo, Hirami soltó su tejido, mientras que Taeko abrió la boca con sorpresa. La chica tomó con mano tímida el sobre. Lo abrió mientras intercambiaba una mirada de suspenso con su madre, y leyó la carta. El rostro de Taeko se tornó inexpresivo por unos instantes.
—¿Qué... qué pasa, cariño? ¿Algo... algo malo? —preguntó la mujer.
—Al contrario —respondió la chuunin, con las manos en las caderas mientras asentía —. Taeko-chan ha sido elegida junto con otros ninja de la aldea para participar en el Torneo de los Dojos. ¡Viajará al Valle de los Dojos para una competencia!
Mientras terminaba de leer la carta, el rostro de Taeko se iluminó como nunca, mientras que el de su madre se llenó de tristeza.
—N-n-no... ¿Q-qué...? ¿Qué significa eso? Ta... Taeko no está... no está... lista...
A pesar de su negación, Hirami sabía que estaba mintiendo. Estaba consciente de que, desde que salió de la Academia, Taeko había crecido como persona y como kunoichi. Había ido de viaje a otros lugares de Oonindo, y había tenido un par de aventuras fuera de casa. Y había regresado a salvo. Pero la mujer no quería que su hija arriesgara más su vida. Su respiración se hizo pesada y una pesada pero familiar melancolía la inundó.
Por otro lado, Taeko respiraba velozmente, emocionada inmensamente por tomar parte de un evento tan grande e importante.
"Fui... elegida..."
SILENCE
〘When deed speaks, words are nothing.〙
"Pienso" (thistle) ❀ ≫Escribo (orchid)
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