4/06/2017, 20:13
(Última modificación: 29/07/2017, 02:41 por Amedama Daruu.)
—Yo... —respondió Daruu, tembloroso como un conejito bajo la atenta mirada del águila que se cierne sobre él—. Yo... sólo quiero ir a los dojos, me da igual si alguien nos acompaña o no. No quiero discutir con nadie. Lo siento. —Levantó la mirada y se refugió en Karoi, luego en Ayame, y luego en Zetsuo con los ojos llorosos.
—¡Pues no se hable más! —zanjó Karoi, sacudiéndose las manos entre sí—. ¡Nos vamos de viaje al Valle de los Dojos, chicos!
—S... sí... Esperadme un momento, por favor.
Ayame se alejó momentáneamente del recibidor y se dirigió a su cuarto. Una vez allí, se permitió el lujo de respirar hondo, aliviada de haber abandonado aquella atmósfera tan tensa aunque fuera durante apenas unos segundos. Se dirigió a su cama y se colgó a la espalda la mochila que había dejado preparada con anterioridad.
—Ayame —la voz de su padre a su espalda le hizo brincar de nuevo. Ella se volvió con lentitud, temerosa de lo que iba a encontrarse, pero aunque Zetsuo seguía con el ceño fruncido había algo más en su mirada. Algo muy diferente a lo que había visto en su discusión con su tío—. Ándate con cuidado. Tendré un ojo puesto sobre ti.
Ella asintió, temblorosa.
—Os esperaré para el día del comienzo del torneo —respondió, obligándose a esbozar una sonrisa nerviosa, antes de salir de la habitación.
Zetsuo se quedó atrás, sin embargo.
—Ya estoy lista. ¡Adiós, Kōri! ¡Que no se os olvide venir a verme en el torneo!
—Hasta pronto —respondió, con una inclinación de cabeza.
Nerviosa, y alegre al mismo tiempo, Ayame salió de casa junto a Daruu. Karoi se puso al frente de ambos, tarareando alegremente.
—Siento haberte involucrado en algo tan... complicado... —le susurró a su compañero de misión, apurada.
—¡Vamos, vamos! Tenemos un laaaargo viaje por delante.
—¿Vamos a ir a pie? ¿Dónde está el Valle de los Dojos, exactamente?
—¡Pues no se hable más! —zanjó Karoi, sacudiéndose las manos entre sí—. ¡Nos vamos de viaje al Valle de los Dojos, chicos!
—S... sí... Esperadme un momento, por favor.
Ayame se alejó momentáneamente del recibidor y se dirigió a su cuarto. Una vez allí, se permitió el lujo de respirar hondo, aliviada de haber abandonado aquella atmósfera tan tensa aunque fuera durante apenas unos segundos. Se dirigió a su cama y se colgó a la espalda la mochila que había dejado preparada con anterioridad.
—Ayame —la voz de su padre a su espalda le hizo brincar de nuevo. Ella se volvió con lentitud, temerosa de lo que iba a encontrarse, pero aunque Zetsuo seguía con el ceño fruncido había algo más en su mirada. Algo muy diferente a lo que había visto en su discusión con su tío—. Ándate con cuidado. Tendré un ojo puesto sobre ti.
Ella asintió, temblorosa.
—Os esperaré para el día del comienzo del torneo —respondió, obligándose a esbozar una sonrisa nerviosa, antes de salir de la habitación.
Zetsuo se quedó atrás, sin embargo.
—Ya estoy lista. ¡Adiós, Kōri! ¡Que no se os olvide venir a verme en el torneo!
—Hasta pronto —respondió, con una inclinación de cabeza.
Nerviosa, y alegre al mismo tiempo, Ayame salió de casa junto a Daruu. Karoi se puso al frente de ambos, tarareando alegremente.
—Siento haberte involucrado en algo tan... complicado... —le susurró a su compañero de misión, apurada.
—¡Vamos, vamos! Tenemos un laaaargo viaje por delante.
—¿Vamos a ir a pie? ¿Dónde está el Valle de los Dojos, exactamente?