5/06/2017, 19:38
Por suerte para ella, Jiru sonrió afable, con sus regordetas mejillas sonrojadas, y le restó importancia al asunto con un gesto de su enorme mano.
—¡Bien, mis queridos huéspedes! —anunció, poniéndose a la cabeza de la comitiva—. Es hora de partir hacia la frontera para presenciar el misterioso fenómeno de la Línea de los Dioses, donde el agua, el cielo y la tierra son uno sólo, pero sin llegar a tocarse. ¡Un evento magnífico que sólo sucede cada tres años!
En ese momento se les unió Jozu, ya sin la indumentaria de cocinero. Ambos se tomaron de la mano y se sonrieron. Ayame suspiró para sí al sentir el amor flotando en el ambiente.
—Caminaremos unos quince minutos aproximadamente hasta dejar la ciudad de Kodoku por la zona norte. Sigan el paso y no se pierdan, ¡no podemos llegar tarde!
El grupo comenzó a moverse, y Ayame casi tuvo que trotar para seguir los agigantados pasos de Jiru. Después de todo, uno de sus pasos equivalía por lo menos a dos de los suyos. Y si a eso le sumaban la alegría que alimentaba su energía...
Otros grupos de personas se unieron a ellos según fueron alejándose de la posada y pronto llegaron a estar rodeados de una auténtica multitud. Casi era sorprendente que tanta gente cupiera en aquella aldea tan humilde.
—Oye, dime algo, Ayame —dijo la voz de Kaido junto a Ayame, y la muchacha pegó un brinco, sobresaltada.
«Oh, no. Aquí viene de nuevo.» Se lamentó para sus adentros.
—¿Y cómo vas con los preparativos para el examen de chunin? Se rumorea que están a la vuelta de la esquina.
Ayame suspiró para sus adentros. Kaido no había vuelto al tema de los Hōzuki, pero había tocado otro tema delicado.
—Pues... no sé. Hace relativamente poco me gradué como genin, así que se me hace muy difícil pensar sobre un examen de chunin... —respondió, torciendo el gesto—. Tampoco es que haya hecho muchas misiones, así que no sé si siquiera cumpliré los requisitos para entonces —añadió; y, para su pesar, se sorprendió al verse aliviada de contar con una excusa como aquella por si al final no conseguía presentarse a aquella terrorífica prueba para la que no se sentía nada preparada—. ¿Y tú? ¿Cómo lo llevas?
—¡Bien, mis queridos huéspedes! —anunció, poniéndose a la cabeza de la comitiva—. Es hora de partir hacia la frontera para presenciar el misterioso fenómeno de la Línea de los Dioses, donde el agua, el cielo y la tierra son uno sólo, pero sin llegar a tocarse. ¡Un evento magnífico que sólo sucede cada tres años!
En ese momento se les unió Jozu, ya sin la indumentaria de cocinero. Ambos se tomaron de la mano y se sonrieron. Ayame suspiró para sí al sentir el amor flotando en el ambiente.
—Caminaremos unos quince minutos aproximadamente hasta dejar la ciudad de Kodoku por la zona norte. Sigan el paso y no se pierdan, ¡no podemos llegar tarde!
El grupo comenzó a moverse, y Ayame casi tuvo que trotar para seguir los agigantados pasos de Jiru. Después de todo, uno de sus pasos equivalía por lo menos a dos de los suyos. Y si a eso le sumaban la alegría que alimentaba su energía...
Otros grupos de personas se unieron a ellos según fueron alejándose de la posada y pronto llegaron a estar rodeados de una auténtica multitud. Casi era sorprendente que tanta gente cupiera en aquella aldea tan humilde.
—Oye, dime algo, Ayame —dijo la voz de Kaido junto a Ayame, y la muchacha pegó un brinco, sobresaltada.
«Oh, no. Aquí viene de nuevo.» Se lamentó para sus adentros.
—¿Y cómo vas con los preparativos para el examen de chunin? Se rumorea que están a la vuelta de la esquina.
Ayame suspiró para sus adentros. Kaido no había vuelto al tema de los Hōzuki, pero había tocado otro tema delicado.
—Pues... no sé. Hace relativamente poco me gradué como genin, así que se me hace muy difícil pensar sobre un examen de chunin... —respondió, torciendo el gesto—. Tampoco es que haya hecho muchas misiones, así que no sé si siquiera cumpliré los requisitos para entonces —añadió; y, para su pesar, se sorprendió al verse aliviada de contar con una excusa como aquella por si al final no conseguía presentarse a aquella terrorífica prueba para la que no se sentía nada preparada—. ¿Y tú? ¿Cómo lo llevas?