7/06/2017, 00:18
—Hey… Despierta.— Dijo a la par que le movía un poco más fuerte, justo por el hombro . Sin embargo, Keisuke no atendía a estímulos tan leves. El hermano mayor que fue bastante paciente estaba decidido en despertar a aquel pobre chico dormido fue aumentado los movimientos y los llamados, respectivamente.
El hermano pequeño, quien escuchaba el llamado de la artista, estaba impaciente. —Ya va a empezar, mejor vamos!— Dijo con afán, halando al mayor de un brazo, pero éste lo volvería a intentar.
—Voy, voy, una vez más.— Pero sus palabras quedaron ahí, el pequeño decidió por sí mismo y pisó el abdomen del pelirrojo fuertemente.
—Aaghh.— Balbuceé tras despertarme por el golpe en mi estómago, me retorcí girándome al lado contrario de aquellos sujetos.
—Vamonos! Corre!— Vociferó mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para halar a su pariente, quien finalmente terminó cediendo y ambos se perdieron en dirección de la multitud.
”¿Qué demonios le pasaba a ese par?” Me dije aún con las manos en mi barriga. Esperé unos minutos ahí acostado, la arena era cómoda, pero la voz que se escuchaba a todo mi alrededor me llamaba, literalmente.
—Buenas noches a todos, me alegra tenerlos aquí.— Expresó con una sonrisa. Esa noche ella vestía con un yukata blanco perlado y un obi rojo, el cual resaltaba sus ojos, unos colgantes de cristal azul y un fino collar de algún metal precioso que imitaba al brillo dorado del oro. Su cabello plateado estaba totalmente suelto y liso, un flequillo cubría parte de la frente, en dirección a la derecha, justo a la par de la ceja.
—¿Están preparados para deleitarse?—
La multitud, que serían unas 50 personas aproximadamente, apoyó a la artista con algunos gritos y alzas de mano, cosa que hizo más feliz a la fémina.
—Genial, los que gusten pueden tomar asiento.— Tras mencionar aquellas palabras de la arena frente al escenario empezaron a emerger pequeñas rocas en forma de circular y de superficie lisa, no era lo más cómodo pero era suficiente para que los que quisieran se sentasen ahí o en la arena, si querían.
—Por cierto, que aún no me he presentado, soy Kim.— Manifestó y realizó una reverencia. El público se mantenía en silencio ya que el acto empezaría pronto.
Una canción con un gran significado, la tonada era lenta y envolvente, cada uno de los presentes podía sentir como si hubiera visto o vivido en carne viva lo que ahí se cantó.
Justo a la mitad de la primera canción llegué al lugar, había mucha gente, algunos de pie y otros sentados, todos en silencio observando a Kim, quien tenía toda su atención.
A los costados de la tarima se encontraban dos grandes piedras, que escondían dos personas más.
El hermano pequeño, quien escuchaba el llamado de la artista, estaba impaciente. —Ya va a empezar, mejor vamos!— Dijo con afán, halando al mayor de un brazo, pero éste lo volvería a intentar.
—Voy, voy, una vez más.— Pero sus palabras quedaron ahí, el pequeño decidió por sí mismo y pisó el abdomen del pelirrojo fuertemente.
—Aaghh.— Balbuceé tras despertarme por el golpe en mi estómago, me retorcí girándome al lado contrario de aquellos sujetos.
—Vamonos! Corre!— Vociferó mientras hacía un esfuerzo sobrehumano para halar a su pariente, quien finalmente terminó cediendo y ambos se perdieron en dirección de la multitud.
”¿Qué demonios le pasaba a ese par?” Me dije aún con las manos en mi barriga. Esperé unos minutos ahí acostado, la arena era cómoda, pero la voz que se escuchaba a todo mi alrededor me llamaba, literalmente.
…
—Buenas noches a todos, me alegra tenerlos aquí.— Expresó con una sonrisa. Esa noche ella vestía con un yukata blanco perlado y un obi rojo, el cual resaltaba sus ojos, unos colgantes de cristal azul y un fino collar de algún metal precioso que imitaba al brillo dorado del oro. Su cabello plateado estaba totalmente suelto y liso, un flequillo cubría parte de la frente, en dirección a la derecha, justo a la par de la ceja.
—¿Están preparados para deleitarse?—
La multitud, que serían unas 50 personas aproximadamente, apoyó a la artista con algunos gritos y alzas de mano, cosa que hizo más feliz a la fémina.
—Genial, los que gusten pueden tomar asiento.— Tras mencionar aquellas palabras de la arena frente al escenario empezaron a emerger pequeñas rocas en forma de circular y de superficie lisa, no era lo más cómodo pero era suficiente para que los que quisieran se sentasen ahí o en la arena, si querían.
—Por cierto, que aún no me he presentado, soy Kim.— Manifestó y realizó una reverencia. El público se mantenía en silencio ya que el acto empezaría pronto.
Tonto el que no entienda, cuenta una leyenda
Que una hembra amekiana
Conjuró a la luna hasta el amanecer
Llorando pedía al llegar el día desposar al Amekage
Tendrás a tu hombre, piel morena,
Desde el cielo habló la luna llena
Pero a cambio quiero el hijo primero
Que le engendres a él
Que quien su hijo inmola para no estar sola
Poco le iba a querer
Luna, quieres ser madre
Y no encuentras querer que te haga mujer
Dime, luna de plata, ¿qué pretendes hacer
Con un niño de piel?
De padre canela nació un niño
Blanco como el lomo de un armiño
Y los ojos grises en vez de aceituna
Niño albino de luna…
El amekiano al creerse deshonrado
Se fue a su mujer, cuchillo en mano
¿De quién es el hijo? Me has engañado fijo
Y de muerte la hirió
Luego se hizo al monte con el niño en brazos
Y allí le abandonó
Luna, quieres ser madre
Y no encuentras querer que te haga mujer
Dime, luna de plata, ¿qué pretendes hacer
Con un niño de piel?
Hijo de la luna
Y las noches que haya luna llena
Será porque el niño esté de buenas
Y si el niño llora menguará la luna
Para hacerle una cuna
Y si el niño llora menguará la luna
Para hacerle una cuna.
Que una hembra amekiana
Conjuró a la luna hasta el amanecer
Llorando pedía al llegar el día desposar al Amekage
Tendrás a tu hombre, piel morena,
Desde el cielo habló la luna llena
Pero a cambio quiero el hijo primero
Que le engendres a él
Que quien su hijo inmola para no estar sola
Poco le iba a querer
Luna, quieres ser madre
Y no encuentras querer que te haga mujer
Dime, luna de plata, ¿qué pretendes hacer
Con un niño de piel?
De padre canela nació un niño
Blanco como el lomo de un armiño
Y los ojos grises en vez de aceituna
Niño albino de luna…
El amekiano al creerse deshonrado
Se fue a su mujer, cuchillo en mano
¿De quién es el hijo? Me has engañado fijo
Y de muerte la hirió
Luego se hizo al monte con el niño en brazos
Y allí le abandonó
Luna, quieres ser madre
Y no encuentras querer que te haga mujer
Dime, luna de plata, ¿qué pretendes hacer
Con un niño de piel?
Hijo de la luna
Y las noches que haya luna llena
Será porque el niño esté de buenas
Y si el niño llora menguará la luna
Para hacerle una cuna
Y si el niño llora menguará la luna
Para hacerle una cuna.
Una canción con un gran significado, la tonada era lenta y envolvente, cada uno de los presentes podía sentir como si hubiera visto o vivido en carne viva lo que ahí se cantó.
Justo a la mitad de la primera canción llegué al lugar, había mucha gente, algunos de pie y otros sentados, todos en silencio observando a Kim, quien tenía toda su atención.
A los costados de la tarima se encontraban dos grandes piedras, que escondían dos personas más.