8/06/2017, 00:33
La chica pareció hacerlo sin esfuerzo para el médico, que no titubeó un solo instante antes de halagarla. Lo hacía ver muy fácil, según el médico. Pero lejos de eso, simplemente se trataba de que había sido bendecida por una línea genética muy poderosa, aunque de la cuál tampoco tenía demasiada idea. Al menos, era realmente funcional en un sinfín de situaciones, era un kekkei genkai realmente adaptable. Tras ello, liberó al chico, y éste agradeció el hecho a la chica.
—No hay de qué —contestó, para tras ello tomar la vanguardia.
Comenzaron a andar, hacia lo desconocido, y Keisuke avisó a la pelirroja de que estuviese preparada, que no sabían qué les esperaba. Cierto, no sabía ni cómo habían llegado allí, ni cómo era que estaban atados. Sin embargo, ninguna pregunta queda por siempre sin respuesta. Siempre hay opción de buscar la respuesta, cueste mas o cueste menos.
Al seguir avanzando, se encontraron con una encrucijada. El camino se bifurcaba, dando dos posibles salidas a su cautiverio. La chica paró frente a la separación de caminos, y alzó ambas manos; una hacia la derecha y la otra hacia la izquierda. Keisuke, inocente, preguntó por donde debían seguir. En ese instante, las manos de la chica se deshicieron, convirtiéndose en un torrente de pequeñas mariposas. Éstas, se dirigieron hacia sendos caminos, explorando la estancia y asegurando a los chicos que tomasen el buen camino.
—Dame un momento, voy a mirar ambos lados.
Ante todo, la seguridad en ella misma era imperante.
—No hay de qué —contestó, para tras ello tomar la vanguardia.
Comenzaron a andar, hacia lo desconocido, y Keisuke avisó a la pelirroja de que estuviese preparada, que no sabían qué les esperaba. Cierto, no sabía ni cómo habían llegado allí, ni cómo era que estaban atados. Sin embargo, ninguna pregunta queda por siempre sin respuesta. Siempre hay opción de buscar la respuesta, cueste mas o cueste menos.
Al seguir avanzando, se encontraron con una encrucijada. El camino se bifurcaba, dando dos posibles salidas a su cautiverio. La chica paró frente a la separación de caminos, y alzó ambas manos; una hacia la derecha y la otra hacia la izquierda. Keisuke, inocente, preguntó por donde debían seguir. En ese instante, las manos de la chica se deshicieron, convirtiéndose en un torrente de pequeñas mariposas. Éstas, se dirigieron hacia sendos caminos, explorando la estancia y asegurando a los chicos que tomasen el buen camino.
—Dame un momento, voy a mirar ambos lados.
Ante todo, la seguridad en ella misma era imperante.