8/06/2017, 10:35
(Última modificación: 29/07/2017, 02:42 por Amedama Daruu.)
—¿El qué? —exclamó Daruu, intentando hacerse oír por encima del rugido de la cinta. Sin embargo, ahogó un grito de horror al ver que Ayame todavía se estaba recomponiendo—. ¡Ah, tu técnica! Así que se llama SuikaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAA!
—¡AAAAAAAAAHHHHHH!
—¡AAAAAAAAAHHHHHH!
En aquella ocasión, el grito de Daruu se vio coreado por el de Ayame y Karoi. La cinta había vuelto a detenerse de repente y la inercia los empujó de nuevo hacia delante. Como una cruel ironía del destino que estaban sufriendo, la cegadora luz al final del túnel se fue haciendo más y más grande hasta que terminó por engullirlos. Los tres salieron despedidos por la salida y se precipitaron de nuevo contra el suelo. Un violento estallido de agua golpeó el suelo cuando, tanto Ayame como Karoi, utilizaron sus habilidades para licuar sus cuerpos; y, tras varios segundos, recuperaron sus formas corpóreas. Ayame, tirada en el suelo boca abajo, temblaba sin control.
—¡Maldita sea! —exclamó una voz, a lo lejos. Ayame giró la cabeza, con el mundo aún girando a su alrededor. Se trataba del ANBU que vigilaba aquél extremo del tunel. Su piel presentaba parches humeantes de color negruzco y tenía los pelos de punta—. ¡Un puto rayo! ¡Un rayo ha caído encima del túnel! Debió de sobrecargar el circuito de la cinta durante unos minutos. ¡Eh, allí al fondoooo! ¿Estáis bieeen?
—Me cago en tu puta madre —replicó Daruu en voz baja.
—N... no quiero... volver a pasar... por ese túnel... en mi vida... —gimoteó Ayame.
Pero Karoi se reía a mandíbula batiente. Aún tirado en el suelo, alzó una mano hacia el cielo con el pulgar levantado.
—¡Todos bien! ¡Ha sido muy divertido! —exclamó, y Ayame giró la cabeza tan bruscamente hacia él que se mareó aún más.
—¿Estás de broma, no? —exclamó, indignada.
Su tío se reincorporó, recolocándose el gorro sobre la cabeza. Ayame se apresuró a hacer lo mismo con su bandana. Para su horror, había quedado ligeramente ladeada.
—¡No! ¡Ha sido como si voláramos! —dijo, sin dejar de reír. Se acercó a los dos chicos y les ofreció su fornida mano para ayudarlos a levantarse.
«Volar...»
—¡AAAAAAAAAHHHHHH!
—¡AAAAAAAAAHHHHHH!
En aquella ocasión, el grito de Daruu se vio coreado por el de Ayame y Karoi. La cinta había vuelto a detenerse de repente y la inercia los empujó de nuevo hacia delante. Como una cruel ironía del destino que estaban sufriendo, la cegadora luz al final del túnel se fue haciendo más y más grande hasta que terminó por engullirlos. Los tres salieron despedidos por la salida y se precipitaron de nuevo contra el suelo. Un violento estallido de agua golpeó el suelo cuando, tanto Ayame como Karoi, utilizaron sus habilidades para licuar sus cuerpos; y, tras varios segundos, recuperaron sus formas corpóreas. Ayame, tirada en el suelo boca abajo, temblaba sin control.
—¡Maldita sea! —exclamó una voz, a lo lejos. Ayame giró la cabeza, con el mundo aún girando a su alrededor. Se trataba del ANBU que vigilaba aquél extremo del tunel. Su piel presentaba parches humeantes de color negruzco y tenía los pelos de punta—. ¡Un puto rayo! ¡Un rayo ha caído encima del túnel! Debió de sobrecargar el circuito de la cinta durante unos minutos. ¡Eh, allí al fondoooo! ¿Estáis bieeen?
—Me cago en tu puta madre —replicó Daruu en voz baja.
—N... no quiero... volver a pasar... por ese túnel... en mi vida... —gimoteó Ayame.
Pero Karoi se reía a mandíbula batiente. Aún tirado en el suelo, alzó una mano hacia el cielo con el pulgar levantado.
—¡Todos bien! ¡Ha sido muy divertido! —exclamó, y Ayame giró la cabeza tan bruscamente hacia él que se mareó aún más.
—¿Estás de broma, no? —exclamó, indignada.
Su tío se reincorporó, recolocándose el gorro sobre la cabeza. Ayame se apresuró a hacer lo mismo con su bandana. Para su horror, había quedado ligeramente ladeada.
—¡No! ¡Ha sido como si voláramos! —dijo, sin dejar de reír. Se acercó a los dos chicos y les ofreció su fornida mano para ayudarlos a levantarse.
«Volar...»