8/06/2017, 21:30
— Lo que tú quieras que pase.
Se sentía como en una pequeña nube rodeada por los brazos del chico mientras él decía frases que quería y no quería oír, quería, ya que todo aquello había sido así y tenía que aceptarlo, pero por otra parte le aterraba el futuro por el mismo tema de siempre: su trabajo —aunque son jóvenes— cuenta con misiones donde en algún momento tendrán que arriesgar su vida.
¿Y si pasase algo?
Sin embargo, el roce y el agarre suave que ejercía el rubio sobre su cuerpo actuaba como una anestesia para su cerebro, dejando que en su mente se posasen pensamientos de colores vivos. Su mano volvió a tomar el mentón de ella y de nuevo volvió a acabar con los pocos centímetros que los separaban para sellar sus labios, haciendo que su corazón volviese a saltar en su pecho.
— Yo soy feliz con estar contigo.
— Es fascinante como puedes decir esas cosas sin ruborizarte ni tartamudear, como si fuese algo tan natural... — Alegó mientras sus mejillas volvían a colorearse, esta vez sin alejar la mirada ni girarse, quedándose a la misma altura —o intentándolo— para poder hablarle al oído. — Creo que desde que te conozco he admirado tu comportamiento, y aunque a veces me molesta o me saca de mis casillas... Creo que eres una persona genial, Nabi-kun...
Se acomodó mejor en el hueco entre la cabeza y el hombro del chico y cerró los ojos, disfrutando del contacto que le proporcionaba, sin querer se le escapó un pequeño bostezo y se acurrucó un poco más en él. Tenía sueño, pero aun no quería irse a dormir.
Se sentía como en una pequeña nube rodeada por los brazos del chico mientras él decía frases que quería y no quería oír, quería, ya que todo aquello había sido así y tenía que aceptarlo, pero por otra parte le aterraba el futuro por el mismo tema de siempre: su trabajo —aunque son jóvenes— cuenta con misiones donde en algún momento tendrán que arriesgar su vida.
¿Y si pasase algo?
Sin embargo, el roce y el agarre suave que ejercía el rubio sobre su cuerpo actuaba como una anestesia para su cerebro, dejando que en su mente se posasen pensamientos de colores vivos. Su mano volvió a tomar el mentón de ella y de nuevo volvió a acabar con los pocos centímetros que los separaban para sellar sus labios, haciendo que su corazón volviese a saltar en su pecho.
— Yo soy feliz con estar contigo.
— Es fascinante como puedes decir esas cosas sin ruborizarte ni tartamudear, como si fuese algo tan natural... — Alegó mientras sus mejillas volvían a colorearse, esta vez sin alejar la mirada ni girarse, quedándose a la misma altura —o intentándolo— para poder hablarle al oído. — Creo que desde que te conozco he admirado tu comportamiento, y aunque a veces me molesta o me saca de mis casillas... Creo que eres una persona genial, Nabi-kun...
Se acomodó mejor en el hueco entre la cabeza y el hombro del chico y cerró los ojos, disfrutando del contacto que le proporcionaba, sin querer se le escapó un pequeño bostezo y se acurrucó un poco más en él. Tenía sueño, pero aun no quería irse a dormir.