11/06/2017, 23:58
Cuanto más se aproximaba hasta la puerta del dojo, se iba tensando cada vez más, era algo que no lograba evitar "¿Y si está Kenzou-sama al otro lado de la puerta? ¡Me daría algo!" frenó un poco su paso, tratando de alargar todo lo posible el camino "¡no, no, no! ¡Creía que la había superado maldición!" se disponía a tomar una honda respiración para tratar de relajarse, cuando de repente sintió que le tocaban el hombro con suavidad
Sin poder evitarlo, la chica se sobresaltó girando sobre sí misma casi en un salto —¡Aishh!— intentó reprimir el gritó todo lo que pudo, así que quedó algo a mitad de camino. Un tanto cómico, sobre todo porque la otra chica la saludaba con la protocolaria reverencia.
Nada más enfocar, pudo ver a la sonriente chica de cabello plateado con la que había entrenado el otro día
—¡Casi me matas del un susto, Taeko!— se llevó la mano al pecho, dejando escapar un largo suspiro —¡Oh! ¡Qué gupa me vas!— ahora que la observaba con más tranqulidad, no pudo evitar notar el cuidado que había puesto a la hora de vestirse —¡Y esa coleta te queda genial!— alabó la pelirosa mientras daba un paso lateral para observar mejor —¿No será que tiene cita con un chico guapo verdad?— la malicia hizo acto de presencia en el rostro de la Sanshouo a la vez que dejaba volar su imaginación —A mi puedes contármelo, Taeko-san, soy una tumba— entre el susto y la cara amiga, Izumi había olvidado completamente donde estaba y sobre todo, por qué estaba allí
Sin poder evitarlo, la chica se sobresaltó girando sobre sí misma casi en un salto —¡Aishh!— intentó reprimir el gritó todo lo que pudo, así que quedó algo a mitad de camino. Un tanto cómico, sobre todo porque la otra chica la saludaba con la protocolaria reverencia.
Nada más enfocar, pudo ver a la sonriente chica de cabello plateado con la que había entrenado el otro día
—¡Casi me matas del un susto, Taeko!— se llevó la mano al pecho, dejando escapar un largo suspiro —¡Oh! ¡Qué gupa me vas!— ahora que la observaba con más tranqulidad, no pudo evitar notar el cuidado que había puesto a la hora de vestirse —¡Y esa coleta te queda genial!— alabó la pelirosa mientras daba un paso lateral para observar mejor —¿No será que tiene cita con un chico guapo verdad?— la malicia hizo acto de presencia en el rostro de la Sanshouo a la vez que dejaba volar su imaginación —A mi puedes contármelo, Taeko-san, soy una tumba— entre el susto y la cara amiga, Izumi había olvidado completamente donde estaba y sobre todo, por qué estaba allí