17/06/2017, 23:09
Eri estaba perpleja, sin saber muy bien ni qué decir, ni qué opinar sobre lo que estaba espectando con sus propios ojos, ajena a saber cómo articular palabra para expresar lo que senía aun sin saber exactamente lo que era sentir en aquellos instantes.
Aquel niño que había dicho y afirmado que odiaba a los shinobi, aquel niño, hijo de un padre viudo y que viven única y exclusivamente de los cultivos que están estropeados; aquel niño, frágil e indefenso...
... Había intentado acabar con sus vidas.
— ¿¡PERO QUÉ MIERDA ESTAS HACIENDO AQUÍ!?
— H-hijo... Y-yama...
Su dedo índice se levantó y por inercia acabó dando un paso hacia detrás.
— Bonten y Kota son un par de inútiles, no pienso volver a pagarles. — Mencionó el chaval mientras se levantaba de su asiento. — Así es, yo soy el hijo de Yamamoto y el mismo que destrozó sus cultivos.
»Y el que ha querido mataros.
Eri dejó escapar el aire que había estado conteniendo de forma tan brusca que le dolió el pecho, luego se fue acercando a zancadas y tomó al niño de la camiseta, subiéndole unos cuantos centímetros del suelo.
— !¿Pero qué narices dices?! ¡¿Destrozas lo que te da de comer, desprecias a unos desconocidos que solo querían ayudarte y encima, sobre todas estas cosas, intentas matar a dos personas inocentes que solo querían hacer el bien?! — Exclamaba la kunoichi del remolino a la cara del niño, luego lo soltó y volvió a dejarlo en el suelo. — ¿¡Qué clase de persona haría semejante estupidez!?
Volvió a alejarse, con el ceño fruncido y los puños cerrados. Sentía ira, cólera fluyendo por sus venas, pero no podía hacer nada malo, no allí, ella no era la persona que zurraba a un niño porque sí.
— Todo tiene una explicación...
Aquel niño que había dicho y afirmado que odiaba a los shinobi, aquel niño, hijo de un padre viudo y que viven única y exclusivamente de los cultivos que están estropeados; aquel niño, frágil e indefenso...
... Había intentado acabar con sus vidas.
— ¿¡PERO QUÉ MIERDA ESTAS HACIENDO AQUÍ!?
— H-hijo... Y-yama...
Su dedo índice se levantó y por inercia acabó dando un paso hacia detrás.
— Bonten y Kota son un par de inútiles, no pienso volver a pagarles. — Mencionó el chaval mientras se levantaba de su asiento. — Así es, yo soy el hijo de Yamamoto y el mismo que destrozó sus cultivos.
»Y el que ha querido mataros.
Eri dejó escapar el aire que había estado conteniendo de forma tan brusca que le dolió el pecho, luego se fue acercando a zancadas y tomó al niño de la camiseta, subiéndole unos cuantos centímetros del suelo.
— !¿Pero qué narices dices?! ¡¿Destrozas lo que te da de comer, desprecias a unos desconocidos que solo querían ayudarte y encima, sobre todas estas cosas, intentas matar a dos personas inocentes que solo querían hacer el bien?! — Exclamaba la kunoichi del remolino a la cara del niño, luego lo soltó y volvió a dejarlo en el suelo. — ¿¡Qué clase de persona haría semejante estupidez!?
Volvió a alejarse, con el ceño fruncido y los puños cerrados. Sentía ira, cólera fluyendo por sus venas, pero no podía hacer nada malo, no allí, ella no era la persona que zurraba a un niño porque sí.
— Todo tiene una explicación...