18/06/2017, 20:08
Mantuve mis manos posadas en la arena, sentir aquellos diminutos granos fríos me sirvieron de algo, recuperé la visión y mi respiración llegó a normalizarse lentamente, como bien había visto todos a nuestro alrededor estaban desmayados, a excepción de otro shinobi.
- ¡Cállate la maldita boca! -
Éste pareció explotar, y a pesar de que se irguió su respiración, el sudor, su vista y todos los demás síntomas se mantuvieron intactos.
Gateé lentamente, sabía que la cantante tenía los ojos puestos sobre nosotros, pero debía descubrir que sucedía.
—Jajaja.— Rió y sonrió demostrando una cara siniestra. Evidentemente le canto lo había interrumpido pero todos los efectos seguían en el cuerpo de los únicos conscientes. —No seas idiota, no es la canción.— Escupió, su voz dejo de ser delicada y suave para volverse tosca. —Al parecer él si lo entendió, pero ya es un poco tarde.— Reparó en Keisuke, quien había salido del montículo pétreo.
Una vez perdí el contacto con la roca, todo pareció volver a la normalidad, las nauseas, mareos, mi visión se normalizó. Me acerqué lentamente hasta Rain y le empuje, quizá lo tomaría de mala manera, pero sí él perdía el contacto quizá mejorase su situación. —Son las piedras.— Expliqué brevemente.
—Ya tenemos suficiente.— Una voz masculina se escuchó detrás del escenario, justo por donde estaban las enormes piedras.
—Kim, encargate de ellos, no debemos dejar testigos.— Expresó un tercero, la voz procedía del mismo lugar que la anterior, y juzgando sus palabras sus acciones no serían amigables.
—Entendido, me divertiré un poco con estos pendejos.— Sin dudarlo dejó el escenario y caminó tranquilamente hasta estar frente a ambos. —Y se hacen llamar shinobis.— Les insultó tras observar el brillo de sus placas.
La femenina subió su vestimenta y se hizo con un ninjato, los ojos rojos de Kim estaban hambrientos de sangre y ansiosos por terminar lo más rápido posible.
Al ver como la cantante se acercó a nuestra posición, busqué rápidamente un par de shurikens y los lancé hacia ella, las estrellas metálicas volaron en su dirección, pero ella no se inmutó ni se preocupó por ellas, a la final pasaron de largo perdiendo su rumbo, miré mi mano y estaba temblorosa, solo un poco, pero lo suficiente para que mi tiro se viese afectado.
—¿Pensabas que podrías detenerme con eso?.— La chica caminó en dirección al pelirrojo.—Supongo que empezaré contigo.— De forma imponente se acercaba al médico, quien aún no se terminaba de reponer de aquella sensación.
- ¡Cállate la maldita boca! -
Éste pareció explotar, y a pesar de que se irguió su respiración, el sudor, su vista y todos los demás síntomas se mantuvieron intactos.
Gateé lentamente, sabía que la cantante tenía los ojos puestos sobre nosotros, pero debía descubrir que sucedía.
—Jajaja.— Rió y sonrió demostrando una cara siniestra. Evidentemente le canto lo había interrumpido pero todos los efectos seguían en el cuerpo de los únicos conscientes. —No seas idiota, no es la canción.— Escupió, su voz dejo de ser delicada y suave para volverse tosca. —Al parecer él si lo entendió, pero ya es un poco tarde.— Reparó en Keisuke, quien había salido del montículo pétreo.
Una vez perdí el contacto con la roca, todo pareció volver a la normalidad, las nauseas, mareos, mi visión se normalizó. Me acerqué lentamente hasta Rain y le empuje, quizá lo tomaría de mala manera, pero sí él perdía el contacto quizá mejorase su situación. —Son las piedras.— Expliqué brevemente.
—Ya tenemos suficiente.— Una voz masculina se escuchó detrás del escenario, justo por donde estaban las enormes piedras.
—Kim, encargate de ellos, no debemos dejar testigos.— Expresó un tercero, la voz procedía del mismo lugar que la anterior, y juzgando sus palabras sus acciones no serían amigables.
—Entendido, me divertiré un poco con estos pendejos.— Sin dudarlo dejó el escenario y caminó tranquilamente hasta estar frente a ambos. —Y se hacen llamar shinobis.— Les insultó tras observar el brillo de sus placas.
La femenina subió su vestimenta y se hizo con un ninjato, los ojos rojos de Kim estaban hambrientos de sangre y ansiosos por terminar lo más rápido posible.
Al ver como la cantante se acercó a nuestra posición, busqué rápidamente un par de shurikens y los lancé hacia ella, las estrellas metálicas volaron en su dirección, pero ella no se inmutó ni se preocupó por ellas, a la final pasaron de largo perdiendo su rumbo, miré mi mano y estaba temblorosa, solo un poco, pero lo suficiente para que mi tiro se viese afectado.
—¿Pensabas que podrías detenerme con eso?.— La chica caminó en dirección al pelirrojo.—Supongo que empezaré contigo.— De forma imponente se acercaba al médico, quien aún no se terminaba de reponer de aquella sensación.