Kim vio perfectamente como Rain lanzaba aquel objeto corto-punzante, un kunai no supondría dificultad alguna, la joven dio un paso atrás y el arma siguió de largo con dirección al pelirrojo.
—Hey, se supone que estoy de tu lado!— Exclamé tras evadir la cuchilla, al parecer el shinobi de Uzugakure no había sacado bien sus cálculos.
—Claro pudiste haberle mal herido, es una desgracia tenerte como compañero.— Expresó con intenciones de avivar las llamas. Sin intención de permitir más descanso a los ninja, Kim lanzó su sable en línea recta, directo al rostro del que acababa de arremeter contra ella, Itami. De la misma manera se lanzó tras él, sí esquivaba el misil, que era lo que la oji rubí esperaba, lanzaría un gancho con su diestra justo a su abdomen.
Rápidamente corrí tras ella, debía apoyar a aquel desconocido, no porque me cayese bien sino porque no me gustó para nada la trama que había montado la femenina para atraer gente, aún no sabía cuál era su objetivo y al parecer no lo revelaría fácilmente, no por el momento.
Una vez la alcancé, justo por la espalda, lancé un puñetazo justo a su dorso, un golpe energizado como me gustaba decirle, que la bombeó hacia delante de manera inevitable y por la cercanía de ésta con Rain, terminaría llevándole a él también. Saqué un kunai y me acerqué con intención de poner fin a aquel enfrentamiento; puse el filo en su nuca. —¿Vas a hablar ahora o no?—
—No crean que han ganado.— La chica se clavó el kunai a conciencia en el cuello y su cuerpo se deshizo en múltiples granos de arena.
—Se fue.— Dije tensando la mandíbula y guardando el arma, se le había escapado.
—No quieren testigos pero no ayudan en nada.— Reclamó a los hombres.
—Se supone que tú tienes que encargarte del trabajo sucio.— Respondió por ambos.
Las tres figuras se marcharon de la playa sin dejar rastro ni huella, su cometido estaba cumplido y era todo lo que ameritaban, aunque no lo habían hecho como debían, pues quedaron cabos sueltos…
—Hey, se supone que estoy de tu lado!— Exclamé tras evadir la cuchilla, al parecer el shinobi de Uzugakure no había sacado bien sus cálculos.
—Claro pudiste haberle mal herido, es una desgracia tenerte como compañero.— Expresó con intenciones de avivar las llamas. Sin intención de permitir más descanso a los ninja, Kim lanzó su sable en línea recta, directo al rostro del que acababa de arremeter contra ella, Itami. De la misma manera se lanzó tras él, sí esquivaba el misil, que era lo que la oji rubí esperaba, lanzaría un gancho con su diestra justo a su abdomen.
Rápidamente corrí tras ella, debía apoyar a aquel desconocido, no porque me cayese bien sino porque no me gustó para nada la trama que había montado la femenina para atraer gente, aún no sabía cuál era su objetivo y al parecer no lo revelaría fácilmente, no por el momento.
Una vez la alcancé, justo por la espalda, lancé un puñetazo justo a su dorso, un golpe energizado como me gustaba decirle, que la bombeó hacia delante de manera inevitable y por la cercanía de ésta con Rain, terminaría llevándole a él también. Saqué un kunai y me acerqué con intención de poner fin a aquel enfrentamiento; puse el filo en su nuca. —¿Vas a hablar ahora o no?—
—No crean que han ganado.— La chica se clavó el kunai a conciencia en el cuello y su cuerpo se deshizo en múltiples granos de arena.
—Se fue.— Dije tensando la mandíbula y guardando el arma, se le había escapado.
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—No quieren testigos pero no ayudan en nada.— Reclamó a los hombres.
—Se supone que tú tienes que encargarte del trabajo sucio.— Respondió por ambos.
Las tres figuras se marcharon de la playa sin dejar rastro ni huella, su cometido estaba cumplido y era todo lo que ameritaban, aunque no lo habían hecho como debían, pues quedaron cabos sueltos…