23/06/2017, 17:43
El pelirrojo pensó en voz alta que deseaba que sus pertenencias —ropa— estuviesen aún donde bien las había dejado él; pero terminó abordando el tema de que su prioridad era mas bien darse un chapuzón primero, pues estaba todo pegajoso, según sus propias palabras. La chica dejó caer un suspiro, pensando que quizás de esa manera regresaban a la misma situación de antes, atrapados por el efecto adormecedor de esas extrañas mariposas. Pero, en ese instante cayó en cuenta, seguro que la anciana tenía unos cuantos conejos por recoger aún...
—Pero no te demores demasiado en el baño, que la cantidad de conejos que escaparon tampoco era una cosa del otro mundo... tarde o temprano puede regresar esa vieja bruja.
La chica paseó un tanto mas alejada del chico, ahora que ya nadie les perseguía, y fue entonces que se aproximó a una pate de la planicie con una flores amarillentas. «Éstas cosas... ¿de qué me suenan?» Pensó, y casi al instante, su mente se vio inspirada por el ruego del médico, que se quejaba por no haber encontrado esa llamada Samipuchichi para hacer una comida o algo similar.
—Keisuke... —llamó su atención. —¿y no te valen éstas mismas? Son flores amarillas también, y son pequeñas... igual te sirven para hacer el puchero ese, ¿no?
Inconsciente de que eran precisamente las flores que buscaba el chico, instó en que las pillaras, arrancando un par de ellas de raíz para mostrarselas. La verdad, ahora mismo ni recordaba con precisión la detallada descripción de las mismas, siempre había sido una paria para con la vegetación...
—Pero no te demores demasiado en el baño, que la cantidad de conejos que escaparon tampoco era una cosa del otro mundo... tarde o temprano puede regresar esa vieja bruja.
La chica paseó un tanto mas alejada del chico, ahora que ya nadie les perseguía, y fue entonces que se aproximó a una pate de la planicie con una flores amarillentas. «Éstas cosas... ¿de qué me suenan?» Pensó, y casi al instante, su mente se vio inspirada por el ruego del médico, que se quejaba por no haber encontrado esa llamada Samipuchichi para hacer una comida o algo similar.
—Keisuke... —llamó su atención. —¿y no te valen éstas mismas? Son flores amarillas también, y son pequeñas... igual te sirven para hacer el puchero ese, ¿no?
Inconsciente de que eran precisamente las flores que buscaba el chico, instó en que las pillaras, arrancando un par de ellas de raíz para mostrarselas. La verdad, ahora mismo ni recordaba con precisión la detallada descripción de las mismas, siempre había sido una paria para con la vegetación...