24/06/2017, 08:02
Kaido tuvo la suerte de que Ayame no fuera una especie de gurú cuyos pensamientos se hicieran realidad, siendo que todo aquello parecía estar dándole una úlcera en el estómago. Su reacción, a diferencia de la tumultosa muchedumbre, fue la de mantenerse en su posición, a salvo de lo que ella creía que podía salir mal.
Pero nada pasó. Al escualo no le cayó un rayo, ni tampoco al resto de los divertidos espectadores que danzaban bajo aquel fenómeno natural como si deseasen ser bendecidos por las lágrimas de los Dioses.
Ya viéndose mojado de pies a cabeza, el gyojin dejó la revuelta que él había comenzado y se dirigió nuevamente hasta los linderos en los que se encontraba su compañera.
—Mucha bendición de los Dioses por el día de hoy —comentó, mientra exprimía el agua de su frondosa cabellera azul—. ¿en serio no vas ni a siquiera meter la mano?
Pero nada pasó. Al escualo no le cayó un rayo, ni tampoco al resto de los divertidos espectadores que danzaban bajo aquel fenómeno natural como si deseasen ser bendecidos por las lágrimas de los Dioses.
Ya viéndose mojado de pies a cabeza, el gyojin dejó la revuelta que él había comenzado y se dirigió nuevamente hasta los linderos en los que se encontraba su compañera.
—Mucha bendición de los Dioses por el día de hoy —comentó, mientra exprimía el agua de su frondosa cabellera azul—. ¿en serio no vas ni a siquiera meter la mano?