25/06/2017, 22:31
Un poco cansada de la abrumante publicidad que ella misma se estaba dando sobre su inmortalidad, la pelirroja optó por alejarse un poco de la muchedumbre. Dejó atrás el bosque sesgado, su hotel, y cualquier comodidad que pudiese resultar atrayente para el público. De ésta manera, quizás encontraba al menos un ratejo de relajación, aunque fuese tan solo por un rato. Aunque había sido su idea, publicar a los cuatro vientos que no podía morir llegaba a ser estresante y muy cansado...
En su búsqueda por un lugar tranquilo, pasó de largo por los dojos, llegando a una de las zonas mas alejadas —los acantilados— donde con un poco de suerte, tan solo habría gente que estaba de paso. Ando y ando, hasta que dejó de ver gente cerca. Quizás un par de personas de vez en cuando, alguna familia, o algún turista medio perdido.
«Vaya... al fin algo de paz»
Tomó asiento en el filo, dejando las piernas hacia el abismo, y dejó caer un suspiro.
Miró a ambos lados, y efectivamente, no había nadie a su alrededor, al menos no nadie cercano. Se habían acabado las explicaciones, las preguntas, los que negaban creer, los que gritaban y salían corriendo, los sonidos... ¡CLIK! ¡CLAK! ¡CLAK!
...no, los sonidos no se habían terminado.
—¿Qué diablos...? —se preguntó a si misma.
Desvió su mirada hacia su flanco derecho, y por el sendero vio cómo un viajero se aproximaba sin dilaciones. El susodicho iba con un conjunto veraniego que parecía bastante cómodo, lo ideal para una vueltecita... pero, a su espalda llevaba un enorme bulto envuelto. ¿Qué diablos llevaba? La chica quedó un tanto intrigada, el bulto era de lo mas sospechoso...
—Esto... si buscas deshacerte de ese cadáver, lo mejor es que vayas por otro lado o lo tires directamente por aquí... arriba hay bastante gente... —se atrevió a bromear.
En su búsqueda por un lugar tranquilo, pasó de largo por los dojos, llegando a una de las zonas mas alejadas —los acantilados— donde con un poco de suerte, tan solo habría gente que estaba de paso. Ando y ando, hasta que dejó de ver gente cerca. Quizás un par de personas de vez en cuando, alguna familia, o algún turista medio perdido.
«Vaya... al fin algo de paz»
Tomó asiento en el filo, dejando las piernas hacia el abismo, y dejó caer un suspiro.
Miró a ambos lados, y efectivamente, no había nadie a su alrededor, al menos no nadie cercano. Se habían acabado las explicaciones, las preguntas, los que negaban creer, los que gritaban y salían corriendo, los sonidos... ¡CLIK! ¡CLAK! ¡CLAK!
...no, los sonidos no se habían terminado.
—¿Qué diablos...? —se preguntó a si misma.
Desvió su mirada hacia su flanco derecho, y por el sendero vio cómo un viajero se aproximaba sin dilaciones. El susodicho iba con un conjunto veraniego que parecía bastante cómodo, lo ideal para una vueltecita... pero, a su espalda llevaba un enorme bulto envuelto. ¿Qué diablos llevaba? La chica quedó un tanto intrigada, el bulto era de lo mas sospechoso...
—Esto... si buscas deshacerte de ese cadáver, lo mejor es que vayas por otro lado o lo tires directamente por aquí... arriba hay bastante gente... —se atrevió a bromear.