26/06/2017, 22:37
A la chica le traía sin cuidado el peligro, y la verdad era que estaba tranquila al admitirlo. Pero, el chico no comprendía el porqué seguramente, pues a pesar de lo largado por la chica, insistió en que tomar un poco de precaución nunca estaba en exceso. Quizás guiado por la incomprensión del conjunto de habilidades de la chica, creería que podían atarla o torturarla a placer o algo similar... lejos de la realidad, difícil era retenerla en algún sitio.
¿Cómo atrapar algo que puede volverse tan efímero como una brisa de aire?
—No tener miedo no significa que no tome cuidado... lo bueno es que la inmortalidad no es mi herencia sanguínea. Mi legado es otro, y en combinación hacen que sea realmente difícil atraparme o inmovilizarme... por no decir imposible. —se atrevió a presumir.
»Aunque no es algo de lo que vaya a hablar ahora... ya haré gala de ello en el torneo. Será mi manera de anunciarme al mundo como un arma fuera del alcance de nadie...
Al afirmar que era de Amegakure, el chico reconoció no haber guardado por completo los modales. Al parecer, la singularidad de la charla le había absorbido, y había terminado por olvidar presentarse. No obstante, ahora lo hizo, presentandose como Juro, de Kusagakure no Sato. Curioso, pertenecía a la aldea de aquella kunoichi... Ritsuko.
—No pasa nada... es normal. Al principio, todo el mundo se siente desorientado, extrañado o fascinado cuando le cuento acerca de la inmortalidad. Supongo que no es algo que se vea todos los días...
Entre tanto, se encogió de hombros, resignada.
—Entonces... ¿te estás equipando para la batalla según entiendo? ¿O es otra cosa y no armas lo que llevas a cuestas? A decir verdad, yo tendría que buscar alguna tienda... sería interesante pillar algunas herramientas antes del torneo... después de todo, quiero dar un buen espectáculo en cada combate.
¿Cómo atrapar algo que puede volverse tan efímero como una brisa de aire?
—No tener miedo no significa que no tome cuidado... lo bueno es que la inmortalidad no es mi herencia sanguínea. Mi legado es otro, y en combinación hacen que sea realmente difícil atraparme o inmovilizarme... por no decir imposible. —se atrevió a presumir.
»Aunque no es algo de lo que vaya a hablar ahora... ya haré gala de ello en el torneo. Será mi manera de anunciarme al mundo como un arma fuera del alcance de nadie...
Al afirmar que era de Amegakure, el chico reconoció no haber guardado por completo los modales. Al parecer, la singularidad de la charla le había absorbido, y había terminado por olvidar presentarse. No obstante, ahora lo hizo, presentandose como Juro, de Kusagakure no Sato. Curioso, pertenecía a la aldea de aquella kunoichi... Ritsuko.
—No pasa nada... es normal. Al principio, todo el mundo se siente desorientado, extrañado o fascinado cuando le cuento acerca de la inmortalidad. Supongo que no es algo que se vea todos los días...
Entre tanto, se encogió de hombros, resignada.
—Entonces... ¿te estás equipando para la batalla según entiendo? ¿O es otra cosa y no armas lo que llevas a cuestas? A decir verdad, yo tendría que buscar alguna tienda... sería interesante pillar algunas herramientas antes del torneo... después de todo, quiero dar un buen espectáculo en cada combate.