27/06/2017, 11:05
La fiesta continuaba. La gente, animada por la valentía de Kaido, se regocijaba ahora dejándose bañar por la lluvia del País de la Tormenta y el sol del País del Viento. Ningún rayo cayó sobre ellos y sus exclamaciones de alegría y diversión llegaban hasta los oídos de una obstinada Ayame, que no se atrevía a soltarse de su valla de seguridad por muchas ganas que tuviera de unirse a ellos.
Tras varios interminables minutos, avistó la figura de Kaido volviendo hacia ella, escurriendo sus largos cabellos azulados para desprenderse del exceso de agua.
—Mucha bendición de los Dioses por el día de hoy —comentó—. ¿En serio no vas ni a siquiera meter la mano?
Ayame se mordió el labio inferior y desvió durante un instante la mirada hacia el resto de la gente que seguía disfrutando del evento. El límite estaba muy cerca, podía perfectamente acercarse con varias zancadas y volver tan rápido como hubiese caído sobre ella la primera gota de lluvia... Sus manos temblaron un instante... Pero terminó por sacudir la cabeza.
—No. Las vallas están por nuestra seguridad, no está bien saltárselas así como así —sentenció, antes de girar sobre sus talones y emprender el camino de regreso al hostal.
Ya había visto suficiente, y si se quedaba más tiempo allí la tentación sería muy fuerte para ella.
Tras varios interminables minutos, avistó la figura de Kaido volviendo hacia ella, escurriendo sus largos cabellos azulados para desprenderse del exceso de agua.
—Mucha bendición de los Dioses por el día de hoy —comentó—. ¿En serio no vas ni a siquiera meter la mano?
Ayame se mordió el labio inferior y desvió durante un instante la mirada hacia el resto de la gente que seguía disfrutando del evento. El límite estaba muy cerca, podía perfectamente acercarse con varias zancadas y volver tan rápido como hubiese caído sobre ella la primera gota de lluvia... Sus manos temblaron un instante... Pero terminó por sacudir la cabeza.
—No. Las vallas están por nuestra seguridad, no está bien saltárselas así como así —sentenció, antes de girar sobre sus talones y emprender el camino de regreso al hostal.
Ya había visto suficiente, y si se quedaba más tiempo allí la tentación sería muy fuerte para ella.