28/06/2017, 23:31
Aunque no supo si logró tranquilizar a Aiko acerca de su problema con lo de rendirse, al menos consiguió sacarle una carcajada. Juro sonrió un poco. Algo era algo. La joven bromeó acerca de que tampoco se podía permitir el lujo de ir comprando lanzas a diestro y siniestro para clavarselas y romperlas.
Sin embargo, la conversación llegó a un punto de interés para Juro.
—pero tampoco es necesario llegar a ese extremo, mostrar mi capacidad de regeneración es mucho mas sencillo.
« ¿De verdad lo va a hacer? »
Juro se acercó, expectante. No era algo que pudieras ver todos los días. Tenia una mezcla de curiosidad, admiración y algo de miedo. Imaginate que solo era una charlatana y que se desangraba ahí mismo. No lo creía, pero puestos a pensar.
Ante la sorpresa del chico, Aiko extendió la mano, y de esta salieron mágicamente unos cuantos papeles. Como si los tuviese ahí guardados, en alguna parte. Los papeles se juntaron y conformaron un puñal. Un arma filosa. Aunque no podía comprobar cuanto cortaba, estaba seguro de que era un buen reemplazo a un kunai.
« Crear armas con papel... y decían que yo era el raro con mis marionetas... »
—Mira...
La chica cogió aire y se clavó el puñal. Con horror, Juro observó como traspasaba fácilmente su antebrazo izquierdo, de lado a lado. Era, como mínimo, una herida a tratar de urgencia. Podría costarle el brazo si lo había clavado en algún punto importante. No podría pelear en el torneo así.
La chica se quejó un poco por el dolor, pero no mostró ningún tipo de miedo o dolor excesivo, para una persona que acababa de traspasarse el brazo. Es más, se sintió lo suficientemente bien como para seguir explicando.
—No es ningún truco de magia, ni ninguna técnica por la cuál pueda sanarme a mi o a otro...Mi propio cuerpo sana cualquier herida, evita el paso del tiempo, y me impide enfermar... se restaura solo, dejándome siempre con ésta misma apariencia y salud.
Aiko tiró el arma al acantilado. Juro estaba demasiado absorto en la herida como para darse cuenta del juego de papeles. Aiko se limpió la sangre con el brazo derecho, y luego se lo mostró.
Ante los ojos de Juro, la herida que se había hecho con aquel puñal se arregló por si sola. No había sellos, ni ningún tipo de jutsu, al menos, que pudiese ver. Parecía algún tipo de regeneración instantánea que curase toda herida. Pero una que llegase hasta curar heridas del corazón...
—¿Ves? —inquirió, mientras enseñaba el antebrazo
Juro se convenció. Decía la verdad. De alguna manera, aquella chica había adquirido esas habilidades, que la acercaban a la inmortalidad. Un cuerpo imposible de ser dañado. Era de locos. Pero ella misma le había explicado que podía desmayarse igual que una persona, y acababa de ver como mostraba dolor. No era un ser perfecto alejado de la humanidad, sino que sentía como uno.
— Si... — murmuró, como absorto. Después, volvió en sí —. Es fascinante. Tu cuerpo parece... no se, mágico. Debe de albergar un secreto muy grande. Entiendo como debio de reaccionar la gente de alrededor. Si no hubiera tenido esta conversación contigo antes de ver esto, podría haber llegado a dudar de tu humanidad.
Suspiró. Antes de cerrar la boca del todo, hubo algo del discurso de la chica que le inquieto.
— Oye Aiko... se que es de mala educación preguntarle a una dama su edad — murmuró, rascándose la nuca —. Pero has dicho que tu cuerpo no solo cura tus heridas, sino que mantiene esa apariencia. Debo entender que has vivido muchos años bajo esa apariencia juvenil, ¿no?
Sin embargo, la conversación llegó a un punto de interés para Juro.
—pero tampoco es necesario llegar a ese extremo, mostrar mi capacidad de regeneración es mucho mas sencillo.
« ¿De verdad lo va a hacer? »
Juro se acercó, expectante. No era algo que pudieras ver todos los días. Tenia una mezcla de curiosidad, admiración y algo de miedo. Imaginate que solo era una charlatana y que se desangraba ahí mismo. No lo creía, pero puestos a pensar.
Ante la sorpresa del chico, Aiko extendió la mano, y de esta salieron mágicamente unos cuantos papeles. Como si los tuviese ahí guardados, en alguna parte. Los papeles se juntaron y conformaron un puñal. Un arma filosa. Aunque no podía comprobar cuanto cortaba, estaba seguro de que era un buen reemplazo a un kunai.
« Crear armas con papel... y decían que yo era el raro con mis marionetas... »
—Mira...
La chica cogió aire y se clavó el puñal. Con horror, Juro observó como traspasaba fácilmente su antebrazo izquierdo, de lado a lado. Era, como mínimo, una herida a tratar de urgencia. Podría costarle el brazo si lo había clavado en algún punto importante. No podría pelear en el torneo así.
La chica se quejó un poco por el dolor, pero no mostró ningún tipo de miedo o dolor excesivo, para una persona que acababa de traspasarse el brazo. Es más, se sintió lo suficientemente bien como para seguir explicando.
—No es ningún truco de magia, ni ninguna técnica por la cuál pueda sanarme a mi o a otro...Mi propio cuerpo sana cualquier herida, evita el paso del tiempo, y me impide enfermar... se restaura solo, dejándome siempre con ésta misma apariencia y salud.
Aiko tiró el arma al acantilado. Juro estaba demasiado absorto en la herida como para darse cuenta del juego de papeles. Aiko se limpió la sangre con el brazo derecho, y luego se lo mostró.
Ante los ojos de Juro, la herida que se había hecho con aquel puñal se arregló por si sola. No había sellos, ni ningún tipo de jutsu, al menos, que pudiese ver. Parecía algún tipo de regeneración instantánea que curase toda herida. Pero una que llegase hasta curar heridas del corazón...
—¿Ves? —inquirió, mientras enseñaba el antebrazo
Juro se convenció. Decía la verdad. De alguna manera, aquella chica había adquirido esas habilidades, que la acercaban a la inmortalidad. Un cuerpo imposible de ser dañado. Era de locos. Pero ella misma le había explicado que podía desmayarse igual que una persona, y acababa de ver como mostraba dolor. No era un ser perfecto alejado de la humanidad, sino que sentía como uno.
— Si... — murmuró, como absorto. Después, volvió en sí —. Es fascinante. Tu cuerpo parece... no se, mágico. Debe de albergar un secreto muy grande. Entiendo como debio de reaccionar la gente de alrededor. Si no hubiera tenido esta conversación contigo antes de ver esto, podría haber llegado a dudar de tu humanidad.
Suspiró. Antes de cerrar la boca del todo, hubo algo del discurso de la chica que le inquieto.
— Oye Aiko... se que es de mala educación preguntarle a una dama su edad — murmuró, rascándose la nuca —. Pero has dicho que tu cuerpo no solo cura tus heridas, sino que mantiene esa apariencia. Debo entender que has vivido muchos años bajo esa apariencia juvenil, ¿no?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60