5/07/2017, 15:50
El edificio de la Uzukage estaba en su salsa. No había demasiada gente pero el movimiento no cesaba. Los trabajadores se movían como una colmena ordenada de abejas, se cruzaban y se esquivaban como si todos supieran donde iba cada uno. Sin embargo, todo eso para Riko era el día a día en Uzushiogakure, así que él se dirigió directamente al mostrador de secretaría a por su misión.
— ¡Hola, buenos días! —
La joven que se encontraba tras el mostrador levantó la mirada del documento que estaba leyendo tranquilamente y le devolvió una sonrisa afable al shinobi.
— Buenos días. ¿Qué puedo hacer por ti, chiquitin?
Su expresión se convirtió en una de amor maternal al ver que a quien tenía que atender era un joven genin que está lleno de energia y jovialidad.
Mi nombre es Senju Riko y vengo para pedir una misión.
— Ahora mismo, Riko-chan.
Se impulsó con los pies haciendo rodar las ruedas que sustituian las patas de la silla moviendola hasta el archivador que había en dirección opuesta al mostrador, revolviendo la larga cabellera carmesí característica de las mujeres de su clan. En un abrir y cerrar ya estaba de vuelta con un pergamino en las manos. Mientras con una mano le ofrecía el pergamino con la otra le revolvió el pelo.
— ¡Ánimo con la misión y vuelve aquí a entregarla cuando acabes!
— ¡Hola, buenos días! —
La joven que se encontraba tras el mostrador levantó la mirada del documento que estaba leyendo tranquilamente y le devolvió una sonrisa afable al shinobi.
— Buenos días. ¿Qué puedo hacer por ti, chiquitin?
Su expresión se convirtió en una de amor maternal al ver que a quien tenía que atender era un joven genin que está lleno de energia y jovialidad.
Mi nombre es Senju Riko y vengo para pedir una misión.
— Ahora mismo, Riko-chan.
Se impulsó con los pies haciendo rodar las ruedas que sustituian las patas de la silla moviendola hasta el archivador que había en dirección opuesta al mostrador, revolviendo la larga cabellera carmesí característica de las mujeres de su clan. En un abrir y cerrar ya estaba de vuelta con un pergamino en las manos. Mientras con una mano le ofrecía el pergamino con la otra le revolvió el pelo.
— ¡Ánimo con la misión y vuelve aquí a entregarla cuando acabes!