3/07/2015, 05:54
La conversación entre Tatsuko y la tal Tomoe traía sin cuidado a Tamaki que tenía toda la intención de dormirse estando a caballito, aunque aquella amenaza la preocupaba puesto que la pelirroja era muy capaz de hacerlo, o mejor dicho, ya lo ha hecho. ¿Tirarme...? - No te olvides que sé donde duermes... - Amenazó la peliceleste en un intento por salvar su posible siesta.
Fuera de eso, la chica sabía perfectamente que esa tercera joven no quería saber nada con las gemelas, quería irse y quedó más que claro cuando intentó escaparse mientras las hermanas se susurraban entre si. - Ya Tatsu... Deja que se vaya, seguro está en una misión y la estamos interrumpiendo... - Dijo finalmente la peliceleste, la verdad era que eso de la misión se lo acababa de inventar y no tenía ni idea de por qué Tomoe estaba allí, pero si sabía lo insoportable que podía llegar a resultarle a ciertas personas la hiperactividad de su contra parte pero también sabía que ciertas personas podían llegar a tener reacciones bastante... Desagradables.
Y si... ¿Le pusiera una correa...? Aunque no creo que sirva para mantenerla callada... Pensaba la peliceleste a la vez que se acurrucaba lo más posible contra su hermana en un intento por sentir la calidez ajena en lugar del frío de la ropa empapada.
Fuera de eso, la chica sabía perfectamente que esa tercera joven no quería saber nada con las gemelas, quería irse y quedó más que claro cuando intentó escaparse mientras las hermanas se susurraban entre si. - Ya Tatsu... Deja que se vaya, seguro está en una misión y la estamos interrumpiendo... - Dijo finalmente la peliceleste, la verdad era que eso de la misión se lo acababa de inventar y no tenía ni idea de por qué Tomoe estaba allí, pero si sabía lo insoportable que podía llegar a resultarle a ciertas personas la hiperactividad de su contra parte pero también sabía que ciertas personas podían llegar a tener reacciones bastante... Desagradables.
Y si... ¿Le pusiera una correa...? Aunque no creo que sirva para mantenerla callada... Pensaba la peliceleste a la vez que se acurrucaba lo más posible contra su hermana en un intento por sentir la calidez ajena en lugar del frío de la ropa empapada.