3/07/2015, 13:20
Era uno de esos días fríos del otoño, de esos que uno no encuentra fuerzas para salir de la cama. Miraba por la ventana de mi habitación y las ramas ahora desnudas de los árboles se movían al son del viento gélido. Una visión que no invitaba a hacer nada provechoso, pues odiaba el frío más que nada en este mundo, aún así, reuní fuerzas suficientes para salir de casa y tratar de descubrir que me depararía el día de hoy.
"Maldito frío" Pensé malhumorado
Era todavía temprano y aún estaba oscuro, los tenderos de la aldea comenzaban a abrir sus negocios al público, tanto era así que justo salía de casa y mi madre me sorprendió cuando abría su pequeño local de comestibles que se encontraba justo debajo de nuestra casa. Mi madre, de la que heredé su pelo rojizo, iba ya ataviada con su uniforme de trabajo, y antes de que me perdiera de vista me llamó con esa voz tan delicada, tan característica de ella.
-Hijo, ¿Te marchas de nuevo? Preguntó melancólica. Cierto era que desde lo que sucedió con mi abuelo, estaba un poco distante con ella.
"Que pesada..."
-Si madre, me marcho, no se cuando volveré. Le respondí con cierta indiferencia, ya que no tenía nada de ganas de entretenerme a hablar con ella.
-Ya...Suspiró. -Cuando vuelvas si quieres, podríamos hablar...como hacíamos antes. Musitó cabizbaja.
-Si tal vez, quién sabe...quizás cuando regrese, me quede más tiempo por aquí.
"A ver si me deja ya en paz!"
-¿En serio? Que alegría oír eso!. Parecía que esa noticia fue del agrado de mi madre, le cambió la cara, se le notaba en la voz. Iba a decirme algo más pero la interrumpí.
-Ya...bueno, ahora debo marcharme. Hablaremos cuando regrese, te lo prometo.
-..., ten cuidado, donde quiera que vayas.
-No te preocupes por mí, se cuidarme bien solo. Continué mi marcha y me despedí alzando un brazo.
Seguía caminando con cierta idea de a donde quería ir, hacía unas semanas que deseaba hablar con Kenzou-sama, pero como era costumbre, siempre estaba muy ocupado y no quería interrumpirle con tonterías mías. Aún así, seguí mi rumbo hacía el edificio del Morikage para tratar de averiguar si podía ser de utilidad, llevando a cabo alguna tarea, puesto que para eso me había graduado.
"Desde que me gradué, no he sabido noticias de los ANBU y compañía..."
Y una vez más, las casualidades de la vida, fui sorprendido por aquello que andaba buscando. De repente y de la nada, se materializó un ANBU que me agarró por el cuello. al principio me alarmé, pero pronto me di cuenta de que ese agarré me resultaba familiar
-Estás muerto, otra vez!. Dijo me agresor con voz ronca, claramente con la intención de ocultar su tono de voz real.
"Esa voz... me resulta familiar..."
Miré de reojo y reconocí aquella máscara tan característica, una máscara demoníaca de color rojizo. Se trataba de Kintaro, uno de los ANBU que me ayudó hace tiempo con mi Kinjutsu, era el mejor especialista en asesinato, sin duda.
-Algún día te cazaré antes de que me atrapes. Salió de mi boca con convencimiento.
-Ey!, ey!, sigue soñando chaval. Dijo con tono burlón mientras me liberaba.
Me giré hacía él y le contesté con alegría. -Cuánto tiempo sin verte, ¿Cómo va todo?
Ante mi pregunta, Kintaro se llevó las manos a los bolsillos y tomó una pose despreocupada. -Bien, bien, cortando gargantas como siempre.
-Ahmm..."Que tío más chungo..." Una respuesta obvia a la par que inesperada, al oírle, no pude evitar una mueca al imaginarle en plena faena.
-Vengo de parte del Morikage, era consciente de que querías verle y me ha dado esta nota para ti. Sacó su mano diestra del su bolsillo y me dió una pequeña nota. La cogí y comencé a leer por encima, parecían unas instrucciones. "De qué tratara" Estaba tan entusiasmado que no era capaz de asimilar aquello que leía, pero Kintaro me echó una mano con ello.
-Bueno, como verás es una especie de misión, lo que pasa es que no habrá en esta ocasión ninguna remuneración económica. ¿Te interesa? Preguntó con un tono de intriga.
-El dinero es lo de menos!, yo solo quiero demostrar que ya estoy preparado para llevar a cabo misiones!. No me interesaba el dinero, solo quería demostrar que era útil para la villa.
-Bien, bien, esa respuesta le agradará a Kenzou-sama.
Kintaro tomó una pose más seria y dio paso a explicarme el contenido de aquel papel. Por mi parte, presté toda la atención que me fue posible. Quería llevar a cabo dicha misión a la perfección.
-Hay un pequeño pueblo fronterizo con el país de la Tormenta, en el paraje del Bambú llamado Buraitoribā. Tienen problemas con los bandidos y con una desaparición. Como no pueden pagar nuestros servicios, Kenzou-sama prometió a los habitantes que mandaría alguien capaz para solucionar el problema. "Oh!, Kenzou-sama me considera capaz..."
-Oh! ha pensado en mi...
-Si Yoshi, Kenzou-sama te tiene en buena estima, puedes sentirte orgulloso. Eso si, debes saber que la Arashikage también enviará a otro shinobi. Y tendréis que cooperar juntos para solucionar el problema. ¿De acuerdo?
-Me parece bien, no habrá problema, supongo...
-Debes hacer un esfuerzo y cooperar, para mantener el pacto ¿Si?
-Lo se, lo se, no os preocupéis. Podéis contar conmigo.
-Muy bien entonces. Dijo con los brazos abiertos. -Puedes partir cuando quieras, en el documento que te he entregado hay más detalles. De repente, cuando acabó de hablar, desapareció delante de mis ojos.
-Partiré ahora mismo.
Y así fue, el camino al paraje de Bambú me resultaba familiar, por lo que llegué sin problemas a mi destino. Después de casi un día de viaje. Me encontré ese pequeñito pueblo del que me habló Kintaro. Puesto que a la entrada del mismo, encontré un poste que ponía lo siguiente "Bienvenido a Buraitoribā"
"Bandidos y una niña desaparecida...Iré a hablar con la máxima responsabilidad del pueblo para que me ponga al día"
Entré al poblado por un camino que atravesaba el pueblo de punta a punta, se veía bastante solitario. Y con claros signos de a ver sufrido ataques recientes.
"Maldito frío" Pensé malhumorado
Era todavía temprano y aún estaba oscuro, los tenderos de la aldea comenzaban a abrir sus negocios al público, tanto era así que justo salía de casa y mi madre me sorprendió cuando abría su pequeño local de comestibles que se encontraba justo debajo de nuestra casa. Mi madre, de la que heredé su pelo rojizo, iba ya ataviada con su uniforme de trabajo, y antes de que me perdiera de vista me llamó con esa voz tan delicada, tan característica de ella.
-Hijo, ¿Te marchas de nuevo? Preguntó melancólica. Cierto era que desde lo que sucedió con mi abuelo, estaba un poco distante con ella.
"Que pesada..."
-Si madre, me marcho, no se cuando volveré. Le respondí con cierta indiferencia, ya que no tenía nada de ganas de entretenerme a hablar con ella.
-Ya...Suspiró. -Cuando vuelvas si quieres, podríamos hablar...como hacíamos antes. Musitó cabizbaja.
-Si tal vez, quién sabe...quizás cuando regrese, me quede más tiempo por aquí.
"A ver si me deja ya en paz!"
-¿En serio? Que alegría oír eso!. Parecía que esa noticia fue del agrado de mi madre, le cambió la cara, se le notaba en la voz. Iba a decirme algo más pero la interrumpí.
-Ya...bueno, ahora debo marcharme. Hablaremos cuando regrese, te lo prometo.
-..., ten cuidado, donde quiera que vayas.
-No te preocupes por mí, se cuidarme bien solo. Continué mi marcha y me despedí alzando un brazo.
Seguía caminando con cierta idea de a donde quería ir, hacía unas semanas que deseaba hablar con Kenzou-sama, pero como era costumbre, siempre estaba muy ocupado y no quería interrumpirle con tonterías mías. Aún así, seguí mi rumbo hacía el edificio del Morikage para tratar de averiguar si podía ser de utilidad, llevando a cabo alguna tarea, puesto que para eso me había graduado.
"Desde que me gradué, no he sabido noticias de los ANBU y compañía..."
Y una vez más, las casualidades de la vida, fui sorprendido por aquello que andaba buscando. De repente y de la nada, se materializó un ANBU que me agarró por el cuello. al principio me alarmé, pero pronto me di cuenta de que ese agarré me resultaba familiar
-Estás muerto, otra vez!. Dijo me agresor con voz ronca, claramente con la intención de ocultar su tono de voz real.
"Esa voz... me resulta familiar..."
Miré de reojo y reconocí aquella máscara tan característica, una máscara demoníaca de color rojizo. Se trataba de Kintaro, uno de los ANBU que me ayudó hace tiempo con mi Kinjutsu, era el mejor especialista en asesinato, sin duda.
-Algún día te cazaré antes de que me atrapes. Salió de mi boca con convencimiento.
-Ey!, ey!, sigue soñando chaval. Dijo con tono burlón mientras me liberaba.
Me giré hacía él y le contesté con alegría. -Cuánto tiempo sin verte, ¿Cómo va todo?
Ante mi pregunta, Kintaro se llevó las manos a los bolsillos y tomó una pose despreocupada. -Bien, bien, cortando gargantas como siempre.
-Ahmm..."Que tío más chungo..." Una respuesta obvia a la par que inesperada, al oírle, no pude evitar una mueca al imaginarle en plena faena.
-Vengo de parte del Morikage, era consciente de que querías verle y me ha dado esta nota para ti. Sacó su mano diestra del su bolsillo y me dió una pequeña nota. La cogí y comencé a leer por encima, parecían unas instrucciones. "De qué tratara" Estaba tan entusiasmado que no era capaz de asimilar aquello que leía, pero Kintaro me echó una mano con ello.
-Bueno, como verás es una especie de misión, lo que pasa es que no habrá en esta ocasión ninguna remuneración económica. ¿Te interesa? Preguntó con un tono de intriga.
-El dinero es lo de menos!, yo solo quiero demostrar que ya estoy preparado para llevar a cabo misiones!. No me interesaba el dinero, solo quería demostrar que era útil para la villa.
-Bien, bien, esa respuesta le agradará a Kenzou-sama.
Kintaro tomó una pose más seria y dio paso a explicarme el contenido de aquel papel. Por mi parte, presté toda la atención que me fue posible. Quería llevar a cabo dicha misión a la perfección.
-Hay un pequeño pueblo fronterizo con el país de la Tormenta, en el paraje del Bambú llamado Buraitoribā. Tienen problemas con los bandidos y con una desaparición. Como no pueden pagar nuestros servicios, Kenzou-sama prometió a los habitantes que mandaría alguien capaz para solucionar el problema. "Oh!, Kenzou-sama me considera capaz..."
-Oh! ha pensado en mi...
-Si Yoshi, Kenzou-sama te tiene en buena estima, puedes sentirte orgulloso. Eso si, debes saber que la Arashikage también enviará a otro shinobi. Y tendréis que cooperar juntos para solucionar el problema. ¿De acuerdo?
-Me parece bien, no habrá problema, supongo...
-Debes hacer un esfuerzo y cooperar, para mantener el pacto ¿Si?
-Lo se, lo se, no os preocupéis. Podéis contar conmigo.
-Muy bien entonces. Dijo con los brazos abiertos. -Puedes partir cuando quieras, en el documento que te he entregado hay más detalles. De repente, cuando acabó de hablar, desapareció delante de mis ojos.
-Partiré ahora mismo.
Y así fue, el camino al paraje de Bambú me resultaba familiar, por lo que llegué sin problemas a mi destino. Después de casi un día de viaje. Me encontré ese pequeñito pueblo del que me habló Kintaro. Puesto que a la entrada del mismo, encontré un poste que ponía lo siguiente "Bienvenido a Buraitoribā"
"Bandidos y una niña desaparecida...Iré a hablar con la máxima responsabilidad del pueblo para que me ponga al día"
Entré al poblado por un camino que atravesaba el pueblo de punta a punta, se veía bastante solitario. Y con claros signos de a ver sufrido ataques recientes.