12/07/2017, 07:27
(Última modificación: 29/07/2017, 03:00 por Amedama Daruu.)
Kirin miró al joven Daigo con decisión y soltó una risilla socarrona cuando éste comenzó a correr hacia ella, si bien no separó ni un momento la mirada de sus puños, no subestimándole ni por un pequeño instante. Como si fuera un saco de boxeo inteligente, la muchacha esquivó todos y cada uno de sus ganchos sin siquiera despegar los pies del sitio. Cuando llegó la hora del directo, esta vez la chica placó a Daigo con el hombro por delante, a una velocidad que los muchachos considerarían imperceptible.
Si Daigo hubiera querido hacer algo, no habría podido, porque inmediatamente sse vio envuelto en una corriente eléctrica que lo sacudió desde la punta del cabello hasta los dedos de los pies. Voló un par de metros y golpeó otro tocón. Cayó al suelo dolorido.
Había sido un K.O. para los shinobi.
Kirin alzó un brazo al cielo y exclamó:
—¡He ganado!
Suspiró, y solo entonces la sonrisa desapareció de su moreno rostro. Dio un saltito y se posó en uno de los tocones. Dirigió una breve mirada a los cuerpos tendidos de Daruu y Daigo.
—El Torneo de los Dojos es un evento sólo para shinobis. Eso dijo mi padre. —Apretó los puños con furia—. Ha quedado demostrado que valgo el doble que cualquier shinobi de Amegakure o Kusagakure.
Escupió a un lado, y se alejó dando saltos entre tocón y tocón, dejándolos allí, heridos, tanto físicamente como de orgullo.
Daruu se levantó con dificultad y caminó cojeando hacia el cuerpo de Daigo, que estaba tendido y entumecido a los pies de otro de los troncos sesgados. Extendió una mano hacia él para ayudarle a levantarse.
—¿Te encuentras bien?
Si Daigo hubiera querido hacer algo, no habría podido, porque inmediatamente sse vio envuelto en una corriente eléctrica que lo sacudió desde la punta del cabello hasta los dedos de los pies. Voló un par de metros y golpeó otro tocón. Cayó al suelo dolorido.
Había sido un K.O. para los shinobi.
Kirin alzó un brazo al cielo y exclamó:
—¡He ganado!
Suspiró, y solo entonces la sonrisa desapareció de su moreno rostro. Dio un saltito y se posó en uno de los tocones. Dirigió una breve mirada a los cuerpos tendidos de Daruu y Daigo.
—El Torneo de los Dojos es un evento sólo para shinobis. Eso dijo mi padre. —Apretó los puños con furia—. Ha quedado demostrado que valgo el doble que cualquier shinobi de Amegakure o Kusagakure.
Escupió a un lado, y se alejó dando saltos entre tocón y tocón, dejándolos allí, heridos, tanto físicamente como de orgullo.
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Daruu se levantó con dificultad y caminó cojeando hacia el cuerpo de Daigo, que estaba tendido y entumecido a los pies de otro de los troncos sesgados. Extendió una mano hacia él para ayudarle a levantarse.
—¿Te encuentras bien?