23/07/2017, 00:10
(Última modificación: 29/07/2017, 02:49 por Amedama Daruu.)
Después de un largo paseo por Sendōshi y tras debatirse entre varios locales como el conocido "Los Ramones", fue "El Fideo Bailongo el lugar que los dos muchachos escogieron para celebrar su primera cita. En realidad decidieron entrar ya más por cansancio que por verdadera convicción, ya que el edificio tenía una fachada desafortunadamente poco atractiva para la recepción de clientes. Sin embargo, enseguida se dieron cuenta de que las apariencias engañan. Por dentro era un local pequeño, iluminado con tonos cálidos y representados por el logo de un gracioso fideo feliz bailando; y la atención que les recibió era exquisita. A veces incluso llegaba a ser algo incómoda.
Una camarera les estaba tomando nota en aquellos momentos, y de repente Daruu pareció sufrir una especie de cortocircuito mental y comenzó a tartamudear.
—Pe-pe-pe-pe-pe...
—¿Un ramen de pescado...? —sugirió la confundida camarera.
Pero Daruu agitó violentamente la cabeza.
—¡Pe-pe-pediré un ramen con cerdo char siu!
—Para mí... un ramen de carne mixta, por favor —añadió Ayame, con una afable sonrisa.
La camarera se retiró con una leve inclinación, dejándolos de nuevo a solas. Un tenso silencio invadió el ambiente, y Ayame comenzó a juguetear con sus manos, sin saber muy bien cómo romperlo o qué decir. ¿Qué le ocurría? Daruu era su amigo, hasta ahora no tenía ningún tipo de problema para hablar con él... ¿Por qué se sentía tan torpe ahora? ¿Qué había cambiado?
Apurada, le dirigió una mirada por debajo de las pestañas.
—¿Crees que nos las apañaremos viviendo solos sin nuestras familias? —preguntó, con tal de romper el hielo. Y enseguida se dio cuenta de lo estúpida e infantil que había sonado.
«Muy bien, Ayame. Eres la reina de la elocuencia. Acabas de quedar como una niña de cinco años.» Se recriminó mentalmente.
Una camarera les estaba tomando nota en aquellos momentos, y de repente Daruu pareció sufrir una especie de cortocircuito mental y comenzó a tartamudear.
—Pe-pe-pe-pe-pe...
—¿Un ramen de pescado...? —sugirió la confundida camarera.
Pero Daruu agitó violentamente la cabeza.
—¡Pe-pe-pediré un ramen con cerdo char siu!
—Para mí... un ramen de carne mixta, por favor —añadió Ayame, con una afable sonrisa.
La camarera se retiró con una leve inclinación, dejándolos de nuevo a solas. Un tenso silencio invadió el ambiente, y Ayame comenzó a juguetear con sus manos, sin saber muy bien cómo romperlo o qué decir. ¿Qué le ocurría? Daruu era su amigo, hasta ahora no tenía ningún tipo de problema para hablar con él... ¿Por qué se sentía tan torpe ahora? ¿Qué había cambiado?
Apurada, le dirigió una mirada por debajo de las pestañas.
—¿Crees que nos las apañaremos viviendo solos sin nuestras familias? —preguntó, con tal de romper el hielo. Y enseguida se dio cuenta de lo estúpida e infantil que había sonado.
«Muy bien, Ayame. Eres la reina de la elocuencia. Acabas de quedar como una niña de cinco años.» Se recriminó mentalmente.