1/08/2017, 01:02
—Pues... no sé, me he llevado un golpe interesante, sí...Pero a cambio me ha dejado la piel como la de un bebé ¿No crees?
Por lo que decía parecía un chico normal, si no fuera por la bandana jamás hubiera pensado que pudiera ser un barbaro de Kusagakure. Sin embargo, la visión de la misma me remodía en lo más profundo de mi alma. Y cuando empezó a acercarse subiendose al palo de enfrente de mi palo un escalofrio confirmó lo que todos sabiamos, que no me sentía tranquilo con un Kuseño acercandose.
Cuando llegó a la cima pude verle mejor, y pude ver lo que más me desquiciaba de Juro y ahora me desquiciaría de este desconocido Kuseño. Esa chispa de admiración en la mirada que me hace sentirme como un hermano mayor a pesar de que ostentamos el mismo rango a pesar de que mi aldea sea de ninjas y la suya de domadores de dinosaurios, arrasadores de aldeas y machacadores de animales domesticos e inocentes.
Mi rechazo empezaba a emerger, fuerte y poderoso como un pedo tras comer algo en mal estado, sobretodo si ese algo contenía huevo en alguna de sus muchas variantes. Entonces las palabras de Eri-hime resonaron en mis adentros, al igual que las de Gouna-sama: "Nabi-chan-kun-sama, tienes que llevarte bien con todos para que todos puedan disfrutar de lo excepcional que eres, en especial los Kuseños que no parecen tan agresivos como los amenios, putos amenios como los odio" "Lo que ha dicho el pivón de tu novia"
Igual lo de Gouna-sama era un poco exagerado, pero la cuestión en cuestión era que enseñar ese odio solo les haría saber que yo sé la verdad sobre su naturaleza, debía acercarme a ellos como si fueran de mi villa y pensar en ellos como amenios. Y lo primero eran los modales.
— Senju Nabi, ¿cual es tu nombre, desconocido-san?
Empezaba a dudar de que Kusagakure fuera de base una mala villa, y al fin y al cabo, montar en dinosaurios suena muy epico, si conseguía hacerme amigo de suficientes Kuseños igual me enseñaban sus artes arcanas para domesticar criaturas mitologicas.
—Nabi—