3/08/2017, 00:42
La chica casi podía palpar el aliento del mercader, se había inclinado tanto hacia ella, que casi podía verle los puntos negros del rostro. Se había acercado demasiado, y aunque la chica no hizo por apartarlo ipso facto, no se la veía tampoco cómoda del todo. Era obvio que no... incluso se rehusó a mantenerse en la misma compostura, apartandose levemente.
El hombre afirmó comprender que se trataba de un amigo, cuando ésta respondió lo que Juro era. Tras ello, embelleció su nombre con un bonito adjetivo, y de pronto fue cortado por la ruda intervención de la pelirroja. Ésta, inquirió saber qué pretendía, sin tapujo alguno. El hombre, por unos segundos pareció intimidado, pero no desistió en su propósito. Sin mas, ofreció sus servicios de mercader, alegando que tenía un montón de productos que ofrecerle a una chica tan hermosa.
Juro, dubitativo, preguntó si también tenía algo para él. Furokawa le cortó, rudo y descortés, diciendo que no vendía pañales. Tras esa respuesta tan drástica, añadió que le podía ofrecer en todo caso maquillaje para ocultar su endiablado color de piel tan pálido, y terminó por añadir que igual querían un par de bebidas o algo de comer.
La chica frunció el ceño al mirar al mercader, ofendida por su trato a Juro.
—¿Usted cree que esa es manera de tratar a un posible cliente? —escupió, iracunda. —Por mucho que me camele, si trata de esa manera a un amigo, y delante mía, conmigo vas apañado. Ya puedes continuar el camino, no estamos interesados en comprarle nada.
»Adiós.
La chica volvió la mirada, y con el mismo enfado, obvió la existencia del vendedor. «Será posible...»
—Bueno, como te comentaba antes... aunque mis amigos sufran artrosis, antes de eso llegarán a una edad en la que yo debería estar, y sin embargo no... es un tema delicado en realidad, no es tan fácil como parece. En realidad, ya le di mas de mil y una vuelta al asunto...
El hombre afirmó comprender que se trataba de un amigo, cuando ésta respondió lo que Juro era. Tras ello, embelleció su nombre con un bonito adjetivo, y de pronto fue cortado por la ruda intervención de la pelirroja. Ésta, inquirió saber qué pretendía, sin tapujo alguno. El hombre, por unos segundos pareció intimidado, pero no desistió en su propósito. Sin mas, ofreció sus servicios de mercader, alegando que tenía un montón de productos que ofrecerle a una chica tan hermosa.
Juro, dubitativo, preguntó si también tenía algo para él. Furokawa le cortó, rudo y descortés, diciendo que no vendía pañales. Tras esa respuesta tan drástica, añadió que le podía ofrecer en todo caso maquillaje para ocultar su endiablado color de piel tan pálido, y terminó por añadir que igual querían un par de bebidas o algo de comer.
La chica frunció el ceño al mirar al mercader, ofendida por su trato a Juro.
—¿Usted cree que esa es manera de tratar a un posible cliente? —escupió, iracunda. —Por mucho que me camele, si trata de esa manera a un amigo, y delante mía, conmigo vas apañado. Ya puedes continuar el camino, no estamos interesados en comprarle nada.
»Adiós.
La chica volvió la mirada, y con el mismo enfado, obvió la existencia del vendedor. «Será posible...»
—Bueno, como te comentaba antes... aunque mis amigos sufran artrosis, antes de eso llegarán a una edad en la que yo debería estar, y sin embargo no... es un tema delicado en realidad, no es tan fácil como parece. En realidad, ya le di mas de mil y una vuelta al asunto...