7/07/2015, 15:26
La kunoichi rastreaba el lugar buscando algún indicio de vida o alguna casa que tuviese posibilidades de ser la del alcalde de aquella pequeña villa, pero por más que miraba no acababa de encontrar ni la una ni la otra.
"Parece que no hay nadie en todo el pueblo" fue a la conclusión que llegó la chica, pues no era natural que en un pueblo tan pequeño y justo antes del mediodía, no hubiese tráfico de personas por los alrededores. Además las chimeneas desvelaban que no había fuegos encendidos en ninguna casa y eso, justo antes de comer, era aún más extraño "Debe de haber ocurrido algo para que estén todos fuera de sus casas..."
Sin embargo, la joven no tendría mucho tiempo para seguir con sus deducciones, pues se vió interrumpida por los gritos de un extraño que corría hacía ella. La chica se volteó y con, una sola mirada, comprobó que no se equivocaba. Aquel pelirrojo tan familiar se dirigía hacia ella, trotando suavemente
"Le falta venir saludando con la mano para quedar como un retrasado total..." fue lo primero que pensó antes de reconocer a aquel pelirrojo de ropas, cuanto menos, llamativas "Mierda... no me jodas... ¿él?" el peso de la decepción casi la hace estamparse contra el suelo, ¿Cómo podía haber tenido tanta mala suerte? "Me han enviado al más tonto de toda kusa... me las pagarás Mitsuki"
El chico llegó hasta su altura, deteniendo su carrera y saludándola un poco contrariado. Tomoe no sabía muy bien si intentaba romper el hielo, ser amable o simplemente era estúpido, pues aquella sonrisilla al final casi la sacó de quicio.
Quizás fuera por el incidente anterior, pero el humor de la pelinegra había caído en picado.
"Maldito sea el día en que dije que sí..." se lamentó la chica mientras clavaba su mirada en el recién llegado "Bueno, no importa. Haré lo que he venido a hacer y me largaré. Cooperar no es obligatorio... mientras encuentre a la niña"
La kunoichi se dió la vuelta sin ni siquiera dirigirle la palabra, echando a caminar hacia una de las casas para comprobar que no había nadie.
"Parece que no hay nadie en todo el pueblo" fue a la conclusión que llegó la chica, pues no era natural que en un pueblo tan pequeño y justo antes del mediodía, no hubiese tráfico de personas por los alrededores. Además las chimeneas desvelaban que no había fuegos encendidos en ninguna casa y eso, justo antes de comer, era aún más extraño "Debe de haber ocurrido algo para que estén todos fuera de sus casas..."
Sin embargo, la joven no tendría mucho tiempo para seguir con sus deducciones, pues se vió interrumpida por los gritos de un extraño que corría hacía ella. La chica se volteó y con, una sola mirada, comprobó que no se equivocaba. Aquel pelirrojo tan familiar se dirigía hacia ella, trotando suavemente
"Le falta venir saludando con la mano para quedar como un retrasado total..." fue lo primero que pensó antes de reconocer a aquel pelirrojo de ropas, cuanto menos, llamativas "Mierda... no me jodas... ¿él?" el peso de la decepción casi la hace estamparse contra el suelo, ¿Cómo podía haber tenido tanta mala suerte? "Me han enviado al más tonto de toda kusa... me las pagarás Mitsuki"
El chico llegó hasta su altura, deteniendo su carrera y saludándola un poco contrariado. Tomoe no sabía muy bien si intentaba romper el hielo, ser amable o simplemente era estúpido, pues aquella sonrisilla al final casi la sacó de quicio.
Quizás fuera por el incidente anterior, pero el humor de la pelinegra había caído en picado.
"Maldito sea el día en que dije que sí..." se lamentó la chica mientras clavaba su mirada en el recién llegado "Bueno, no importa. Haré lo que he venido a hacer y me largaré. Cooperar no es obligatorio... mientras encuentre a la niña"
La kunoichi se dió la vuelta sin ni siquiera dirigirle la palabra, echando a caminar hacia una de las casas para comprobar que no había nadie.