7/07/2015, 18:01
Tomoe me ignoró por completo, se giró con desprecio sin decirme absolutamente nada, solo le faltó escupirme en la cara.
"Ainssss, que difícil es ganarse el corazón de una mujer..."
Me quedé al lado del pozo observando como Tomoe curioseaba las casas, supongo que estaría buscando a alguien con quién hablar, ya daba por sentado que conmigo no quería nada de nada, y eso que yo la trataría como a una reina. Pero que se le iba a hacer, siempre eran las mujeres quienes decidían en estos temas del amor.
-Pero será terca...Susurré fustrado para que no me oyera, mientras le daba una patada a una piedra.
Tomoe, ya se había acercado a inspeccionar unas tres casas, todas muy similares entre sí. Se acercaba a la puerta principal, tocaba a la puerta, nadie contestaba. Miraba por las ventanas y pasaba a otra. Habían algunas ventanas que estaban tapadas con tablones desde dentro. Y el silencio era sepulcral a la par de inquietante.
Finalmente, Tomoe se acercó a una nueva casa en donde se podía observar, que habían arrancado un tablón justo en la fachada de la vivienda. Era obvio por que se podía apreciar el contraste de la madera y cuatro orificios, que en su momento irían los clavos. Iba a proceder a llevar a cabo el mismo ritual, pero como era de esperar en Tomoe, aquella nueva pauta le hizo sospechar, ya que tocó a la puerta ésta vez y, se echó hacía un lado.
"¿Que habrá descubierto?" Pensaba expectante.
De repente la puerta se abrió con brusquedad, tan brusco fue que la puerta se soltó de las bisagras cayendo al suelo, levantando una polvareda. Detrás de ella, estaba el causante, era un hombre alto y fuerte de pelo oscuro, ataviado con un pañuelo en el rostro para ocultar su identidad. De un solo brazo, cargaba a un anciano famélico de coronilla calva, y los pocos pelos que le quedaban era canosos, con un prominente mostacho, que lo tenía sujeto del cuello con su poderosa mano.
-Vaya, vaya, vaya...¿Pero que tenemos aquí? Mira carcamal. Exclamó el gorila imponente, haciendo un juego de muñeca para que el pobre anciano cruzara la vista con su agresor. -Una princesa vino a salvarte. La cara del pobre anciano rozaba ya el azulado a causa de la falta de aire, que sollozaba sin consuelo.
-PUES HAS LLEGADO TARDE ZORRA!! Gritó a los cuatro vientos, causando un estridente eco por las abandonadas calles de aquel humilde poblado. Yoshimitsu pudo observar desde su posición como dos individuos aparecieron a carcajada limpia en los tejados, y se posicionaron armados con arcos. El gorila, mostró su mano libre, portaba un puñal de tamaño considerable y comenzó a asestarle puñaladas en el pecho con ensañamiento a aquel anciano, en el que poco a poco, su vida se iba desvaneciendo, con su mirada perdida inerte, fijada en el vacío.
Cada puñalada provocaba un reguero de sangre que si Tomoe no se apartaba recibiría de lleno.
Yoshimitsu iba a posicionarse para ayudar a Tomoe, pero sabía que estaba muy enfadada él, esperaría preparado por si pedía ayuda, de lo contrarío, se quedaría viendo como se desenvolvía en acción.
" Supongo que si me necesita me pedirá ayuda..."
"Ainssss, que difícil es ganarse el corazón de una mujer..."
Me quedé al lado del pozo observando como Tomoe curioseaba las casas, supongo que estaría buscando a alguien con quién hablar, ya daba por sentado que conmigo no quería nada de nada, y eso que yo la trataría como a una reina. Pero que se le iba a hacer, siempre eran las mujeres quienes decidían en estos temas del amor.
-Pero será terca...Susurré fustrado para que no me oyera, mientras le daba una patada a una piedra.
Tomoe, ya se había acercado a inspeccionar unas tres casas, todas muy similares entre sí. Se acercaba a la puerta principal, tocaba a la puerta, nadie contestaba. Miraba por las ventanas y pasaba a otra. Habían algunas ventanas que estaban tapadas con tablones desde dentro. Y el silencio era sepulcral a la par de inquietante.
Finalmente, Tomoe se acercó a una nueva casa en donde se podía observar, que habían arrancado un tablón justo en la fachada de la vivienda. Era obvio por que se podía apreciar el contraste de la madera y cuatro orificios, que en su momento irían los clavos. Iba a proceder a llevar a cabo el mismo ritual, pero como era de esperar en Tomoe, aquella nueva pauta le hizo sospechar, ya que tocó a la puerta ésta vez y, se echó hacía un lado.
"¿Que habrá descubierto?" Pensaba expectante.
De repente la puerta se abrió con brusquedad, tan brusco fue que la puerta se soltó de las bisagras cayendo al suelo, levantando una polvareda. Detrás de ella, estaba el causante, era un hombre alto y fuerte de pelo oscuro, ataviado con un pañuelo en el rostro para ocultar su identidad. De un solo brazo, cargaba a un anciano famélico de coronilla calva, y los pocos pelos que le quedaban era canosos, con un prominente mostacho, que lo tenía sujeto del cuello con su poderosa mano.
-Vaya, vaya, vaya...¿Pero que tenemos aquí? Mira carcamal. Exclamó el gorila imponente, haciendo un juego de muñeca para que el pobre anciano cruzara la vista con su agresor. -Una princesa vino a salvarte. La cara del pobre anciano rozaba ya el azulado a causa de la falta de aire, que sollozaba sin consuelo.
-PUES HAS LLEGADO TARDE ZORRA!! Gritó a los cuatro vientos, causando un estridente eco por las abandonadas calles de aquel humilde poblado. Yoshimitsu pudo observar desde su posición como dos individuos aparecieron a carcajada limpia en los tejados, y se posicionaron armados con arcos. El gorila, mostró su mano libre, portaba un puñal de tamaño considerable y comenzó a asestarle puñaladas en el pecho con ensañamiento a aquel anciano, en el que poco a poco, su vida se iba desvaneciendo, con su mirada perdida inerte, fijada en el vacío.
Cada puñalada provocaba un reguero de sangre que si Tomoe no se apartaba recibiría de lleno.
Yoshimitsu iba a posicionarse para ayudar a Tomoe, pero sabía que estaba muy enfadada él, esperaría preparado por si pedía ayuda, de lo contrarío, se quedaría viendo como se desenvolvía en acción.
" Supongo que si me necesita me pedirá ayuda..."