7/07/2015, 18:35
El instinto de la Uchiha no había fallado, desde el interior de aquella casa surgió un coloso si se comparaba con la altura de aquella cría de tan sólo doce años. Aquel tipo debía de rondar el uno noventa y quintuplicar el peso pluma de la pequeña. Ocultando su rostro con un pañuelo, el tipo salió desde el interior sosteniendo con una facilidad pasmosa a un pobre ancioano agarrado por la garganta.
El gigantón clavó su mirada en la kunoichi y dio por sentado que esta venía al rescate de aquel pobre viejo, nada más lejos de la realidad. La Uchiha le devolvió la mirada con frialdad, no le importaba lo más mínimo lo que estuviese sucediendo allí, su misión era otra. Sin embargo, algo le hizo sospechar que no sería tan fácil evadir aquella confrontación pues seguramente su misión y aquello estaría relacionado
"Parece que esto va estar más interesante de lo que parecía en un principio" el tipo por su parte seguía burlándose de la pequeña, pues a su altura esta no era más que un humilde insecto... al menos en tamaño.
El tipo lejos de relajarse, comenzó a gritar que había llegado tarde y con la misma intensidad que la de su voz, comenzó a trinchar al anciano a puñaladas como si de un pollo el día de acción de gracias se tratase.
La Uchiha ni siquiera se movió del sitio, se había quedado allí quieta. El sonido del puñal atravesando la piel, la sangre derramándose a borbotones y los gemidos de dolor del anciano les eran extrañamente familiares. Había escuchado aquello hacía mucho tiempo, tanto tiempo que no podía siquiera recordar "¿Por qué me siento así?" ella no lo sabía, pero cuando tan sólo era un bebé había presenciado la muerte por apuñalamiento de varias personas y aquel sonido se había quedado grabado en su subconsciente.
La sangre del anciano cayó sobre su rostro y sus ropas, estaba aún cálida y era espesa, resbalaba perezosamente por su piel. El sonido de las puñaladas resonaba junto con las risas del asesino y dos secuaces que parecían estar sobre el tejado.
"¿Por qué...?" Tomoe notaba una sensación extraña, era un sentimiento lejano como los ecos de aquella vieja cueva que había visitado con Ishimura. Aquel anciano no le importaba lo más mínimo, no le conocía de nada y sin embargo, algo dentro de ella clamaba justicia. Una furia contenida por el tiempo comenzaba a desatarse dentro de ella.
La chica decidió hacer caso a su corazón, deseaba luchar y es lo que haría. No le importaba no tener ninguna razón, sólo sabía que debía de luchar. Llevó lentamente su mano derecha hasta la empuñadura de su wakizashi, la cual ocultaba bajo su capa, enfundada y atada a su espalda. A la vez, acercaba su mano izquierda hasta su portaobjetos mientras flexionaba levemente el cuerpo. Era muy consciente de que su rival era bastante más fuerte que ella físicamente, pero su tamaño y aquella musculatura seguramente le harían bastante más lento que ella. El único problema eran los dos tipos del tejado
"La única opción es pelear cerca de la pared..." la chica clavó sus ojos violeta antes de lanzarse al ataque. Como si de una tigresa se tratase, de repente se abalanzo hacia su oponente. Con la mano izquierda lanzó un shuriken directo al pecho de su oponente, forzaría el movimiento mientras ella aprovecharía para atacar las piernas de su rival con su wakizashi. Pues la joven corría en dirección a la pierna derecha, aún sin desenvainar su espada. Esperando estar a la altura de su objetivo y con un giro de cuerpo, desenvainar la espada para herir la parte posterior de la rodilla de su oponente y retirarse hacia el interior de la casa.
El gigantón clavó su mirada en la kunoichi y dio por sentado que esta venía al rescate de aquel pobre viejo, nada más lejos de la realidad. La Uchiha le devolvió la mirada con frialdad, no le importaba lo más mínimo lo que estuviese sucediendo allí, su misión era otra. Sin embargo, algo le hizo sospechar que no sería tan fácil evadir aquella confrontación pues seguramente su misión y aquello estaría relacionado
"Parece que esto va estar más interesante de lo que parecía en un principio" el tipo por su parte seguía burlándose de la pequeña, pues a su altura esta no era más que un humilde insecto... al menos en tamaño.
El tipo lejos de relajarse, comenzó a gritar que había llegado tarde y con la misma intensidad que la de su voz, comenzó a trinchar al anciano a puñaladas como si de un pollo el día de acción de gracias se tratase.
La Uchiha ni siquiera se movió del sitio, se había quedado allí quieta. El sonido del puñal atravesando la piel, la sangre derramándose a borbotones y los gemidos de dolor del anciano les eran extrañamente familiares. Había escuchado aquello hacía mucho tiempo, tanto tiempo que no podía siquiera recordar "¿Por qué me siento así?" ella no lo sabía, pero cuando tan sólo era un bebé había presenciado la muerte por apuñalamiento de varias personas y aquel sonido se había quedado grabado en su subconsciente.
La sangre del anciano cayó sobre su rostro y sus ropas, estaba aún cálida y era espesa, resbalaba perezosamente por su piel. El sonido de las puñaladas resonaba junto con las risas del asesino y dos secuaces que parecían estar sobre el tejado.
"¿Por qué...?" Tomoe notaba una sensación extraña, era un sentimiento lejano como los ecos de aquella vieja cueva que había visitado con Ishimura. Aquel anciano no le importaba lo más mínimo, no le conocía de nada y sin embargo, algo dentro de ella clamaba justicia. Una furia contenida por el tiempo comenzaba a desatarse dentro de ella.
La chica decidió hacer caso a su corazón, deseaba luchar y es lo que haría. No le importaba no tener ninguna razón, sólo sabía que debía de luchar. Llevó lentamente su mano derecha hasta la empuñadura de su wakizashi, la cual ocultaba bajo su capa, enfundada y atada a su espalda. A la vez, acercaba su mano izquierda hasta su portaobjetos mientras flexionaba levemente el cuerpo. Era muy consciente de que su rival era bastante más fuerte que ella físicamente, pero su tamaño y aquella musculatura seguramente le harían bastante más lento que ella. El único problema eran los dos tipos del tejado
"La única opción es pelear cerca de la pared..." la chica clavó sus ojos violeta antes de lanzarse al ataque. Como si de una tigresa se tratase, de repente se abalanzo hacia su oponente. Con la mano izquierda lanzó un shuriken directo al pecho de su oponente, forzaría el movimiento mientras ella aprovecharía para atacar las piernas de su rival con su wakizashi. Pues la joven corría en dirección a la pierna derecha, aún sin desenvainar su espada. Esperando estar a la altura de su objetivo y con un giro de cuerpo, desenvainar la espada para herir la parte posterior de la rodilla de su oponente y retirarse hacia el interior de la casa.