7/08/2017, 16:42
—Vaya, vaya, otro Hozuki —aquella afirmación le tomó muy por sorpresa, a tal punto de que el rostro de Kaido fue todo un libro abierto por unos instantes. Nunca llegó a pensar que Daruu pudiera conocer sino sus habilidades, a alguien que perteneciera también al clan Hozuki—. Entonces sé exactamente de lo que hablas, lo he visto con mis propios ojos. Conozco al menos a dos más.
«¡¿A dos más?! ¡pero ni siquiera yo conozco a más de uno!» —se increpó introspectivamente. Pero cuando quiso ahondar más en el asunto, y saber a quiénes se refería Daruu, éste tomó la delantera y habiendo señalado el camino frente suyo, pidió continuar el trayecto.
El gyojin envainó su curiosidad, y guardaría la interrogante para más tarde. Así pues, se dispuso a seguir el paso de Daruu.
Lo que vino después fue un difícil desfiladero que terminó llevándoles hasta la entrada de la cueva de la que ojos blancos había hablado antes. Ambos se asomaron al interior y comprobaron que, además de dos desfiladeros contiguos a ambos lados de la esfera, con un espacio abierto en el corazón de la cueva donde un buen número de pilares esperaban pacientes a que alguien intentara usarlos como método de cruce. Claro que, para ellos, y para los que alguna vez hubiese intentado completar la Senda del Carámbano, la principal preocupación no eran esos pilares, sino lo que les aguardaba tras una casi inminente caída.
Un centenar de púas congeladas, otorgándoles el frío abrazo de la muerte a un par de esqueletos.
—A mí tampoco, desde luego; pero entre los dos podemos pensar en un modo más seguro de cruzar. ¿Quizás haciendo uso de cuerdas? ¿hilo shinobi? —observó a su alrededor, intentando encontrar un punto sólido de donde poder clavar algo sin que el hielo cediera—. que útil nos vendría alguien que pudiera crear un puente de madera con ninjutsu. Los he visto en Amegakure. ¿No sabrás tú hacer eso, o sí?
«¡¿A dos más?! ¡pero ni siquiera yo conozco a más de uno!» —se increpó introspectivamente. Pero cuando quiso ahondar más en el asunto, y saber a quiénes se refería Daruu, éste tomó la delantera y habiendo señalado el camino frente suyo, pidió continuar el trayecto.
El gyojin envainó su curiosidad, y guardaría la interrogante para más tarde. Así pues, se dispuso a seguir el paso de Daruu.
Lo que vino después fue un difícil desfiladero que terminó llevándoles hasta la entrada de la cueva de la que ojos blancos había hablado antes. Ambos se asomaron al interior y comprobaron que, además de dos desfiladeros contiguos a ambos lados de la esfera, con un espacio abierto en el corazón de la cueva donde un buen número de pilares esperaban pacientes a que alguien intentara usarlos como método de cruce. Claro que, para ellos, y para los que alguna vez hubiese intentado completar la Senda del Carámbano, la principal preocupación no eran esos pilares, sino lo que les aguardaba tras una casi inminente caída.
Un centenar de púas congeladas, otorgándoles el frío abrazo de la muerte a un par de esqueletos.
—A mí tampoco, desde luego; pero entre los dos podemos pensar en un modo más seguro de cruzar. ¿Quizás haciendo uso de cuerdas? ¿hilo shinobi? —observó a su alrededor, intentando encontrar un punto sólido de donde poder clavar algo sin que el hielo cediera—. que útil nos vendría alguien que pudiera crear un puente de madera con ninjutsu. Los he visto en Amegakure. ¿No sabrás tú hacer eso, o sí?