8/08/2017, 17:20
El trío seguía corriendo entre los juncos y las cañas de bambú. Dos de ellos conversando y la otra escribiendo notas a falta de una habilidad primitiva para conversar.
Yubiwa se aclaró la garganta y soltó una risilla que no sonó muy humorística.
—Yota-kun, espero que prestes más atención durante la misión que la que has prestado en la reunión —dijo—. Gouna-dono indicó que el hilo acabó siendo visible a simple vista. Además, si ellos han dicho que se encuentra en el árbol sagrado, no tenemos más que llegar allí y buscar. O protegerlo.
»Si no recuerdo mal, lo más importante es que esos tipos no se hagan con el chakra. Si aparecen, podremos usar el pergamino para traer hacia nosotros a los demás, y entonces acabaremos con ellos.
El grupo continuó la marcha durante un rato. Poco a poco, tenían que apartarse menos de la senda para evitar las cañas, señal inequívoca de que estaban abandonando el bosque de bambúes. Apretaron el paso, aunque muy pronto un bosque se entremezcló con otro y tuvieron que subir a las ramas de un frondoso robledo.
Ya hacía rato que se había hecho de noche, pero Yubiwa no aminoró el paso, pese a que el cansancio de los otros dos genin se hacía más que evidente, pues ellos sí que estaban bajando el ritmo. Ahora el peliazul les sacaba una distancia considerable, aunque de vez en cuando echaba la vista atrás para no perderlos de vista.
(Aguante < 40)
Finalmente, el jonin cedió y acamparon en un claro del bosque. Ordenadamente, se sentó al lado de la hoguera y sacó de la pequeña mochila que cargaba una fiambrera de madera con unos bollos hechos con pasta de arroz y rellenos de carne. Cogió una ramita de un arbusto cercano, la pinchó en uno de los bollos y lo puso al fuego para calentarlo.
—Eh, ¿habéis visto eso, chicos? Allí, en el árbol de allá atrás. Parece... Parece... —Una figura rectangular, de papel, asomaba de dentro de un arbusto—. ¡Qué suerte! Un billete de 500 ryos. Joder, Yota-kun, ¡corre a por él! Se le habrá caído a alguien.
Yubiwa se aclaró la garganta y soltó una risilla que no sonó muy humorística.
—Yota-kun, espero que prestes más atención durante la misión que la que has prestado en la reunión —dijo—. Gouna-dono indicó que el hilo acabó siendo visible a simple vista. Además, si ellos han dicho que se encuentra en el árbol sagrado, no tenemos más que llegar allí y buscar. O protegerlo.
»Si no recuerdo mal, lo más importante es que esos tipos no se hagan con el chakra. Si aparecen, podremos usar el pergamino para traer hacia nosotros a los demás, y entonces acabaremos con ellos.
El grupo continuó la marcha durante un rato. Poco a poco, tenían que apartarse menos de la senda para evitar las cañas, señal inequívoca de que estaban abandonando el bosque de bambúes. Apretaron el paso, aunque muy pronto un bosque se entremezcló con otro y tuvieron que subir a las ramas de un frondoso robledo.
Ya hacía rato que se había hecho de noche, pero Yubiwa no aminoró el paso, pese a que el cansancio de los otros dos genin se hacía más que evidente, pues ellos sí que estaban bajando el ritmo. Ahora el peliazul les sacaba una distancia considerable, aunque de vez en cuando echaba la vista atrás para no perderlos de vista.
(Aguante < 40)
Finalmente, el jonin cedió y acamparon en un claro del bosque. Ordenadamente, se sentó al lado de la hoguera y sacó de la pequeña mochila que cargaba una fiambrera de madera con unos bollos hechos con pasta de arroz y rellenos de carne. Cogió una ramita de un arbusto cercano, la pinchó en uno de los bollos y lo puso al fuego para calentarlo.
—Eh, ¿habéis visto eso, chicos? Allí, en el árbol de allá atrás. Parece... Parece... —Una figura rectangular, de papel, asomaba de dentro de un arbusto—. ¡Qué suerte! Un billete de 500 ryos. Joder, Yota-kun, ¡corre a por él! Se le habrá caído a alguien.
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