9/08/2017, 23:10
No era usual, no. No era usual que una hermosa dama las interrumpiera a medio mediodía. Menos, una que tuviera un color en un ojo, y otro diferente en el segundo. Lo que parecía ser una interesantísima conversación cesó en súbito con la aproximación de Koko, quien voluntariosamente; dejó caer lo que tenía que haber preguntado un buen rato atrás:
¿Saritama Yuriko, estaba o no próxima a llegar?
—Disculpen, ¿saben si Saritama Yuriko ya ha llegado?
—¿Que qué, quién? ¿Disculpa: pero quién lo pregunta? —le respondió uno, apabullado, aunque dispuesto a seguir el protocolo. Más atrás, salió el segundo, y le quitó la carpeta de la mano a su compañero. Le sonrió a Koko, más galante y confiado, con porte.
—Anda, Suremu, encárgate tú de recibir el transporte que viene ahí, que te hace falta práctica. Yoooo... yo me ocupo de la hermosa señorita. ¡Entonces! busca a una tal Yuriko, ¿sí?. ¿Qué dices, una cita a cambio de la información que estas buscando? —le peló el diente (que aún tenía un pedazo de pastel entre dos incisivos), y le guiñó el ojo.
Suremu, contrariado, no tuvo más remedio que seguir las instrucciones. Ambos eran Chunin, pero su compañero llevaba más como guarda. Así que no pudo hacer más que acercarse al camino principal, e intervenir en el avance del carruaje que ahora estaba mucho más cerca que antes. Quien lo conducía era un hombre joven, musculoso y bien vestido.
Se detuvo, y Suremu y él comenzaron a charlar, ininteligible para Koko quien se veía asediada por el Chunin galán.
¿Saritama Yuriko, estaba o no próxima a llegar?
—Disculpen, ¿saben si Saritama Yuriko ya ha llegado?
—¿Que qué, quién? ¿Disculpa: pero quién lo pregunta? —le respondió uno, apabullado, aunque dispuesto a seguir el protocolo. Más atrás, salió el segundo, y le quitó la carpeta de la mano a su compañero. Le sonrió a Koko, más galante y confiado, con porte.
—Anda, Suremu, encárgate tú de recibir el transporte que viene ahí, que te hace falta práctica. Yoooo... yo me ocupo de la hermosa señorita. ¡Entonces! busca a una tal Yuriko, ¿sí?. ¿Qué dices, una cita a cambio de la información que estas buscando? —le peló el diente (que aún tenía un pedazo de pastel entre dos incisivos), y le guiñó el ojo.
Suremu, contrariado, no tuvo más remedio que seguir las instrucciones. Ambos eran Chunin, pero su compañero llevaba más como guarda. Así que no pudo hacer más que acercarse al camino principal, e intervenir en el avance del carruaje que ahora estaba mucho más cerca que antes. Quien lo conducía era un hombre joven, musculoso y bien vestido.
Se detuvo, y Suremu y él comenzaron a charlar, ininteligible para Koko quien se veía asediada por el Chunin galán.