9/08/2017, 23:51
Cuando la chica se acercó a aquellos dos pareció que hubiese pisado alguna cosa realmente valiosa, porque ambos callaron y la observaron fijamente. «¿Será que reconocen a Noemi? »pensaba la kunoichi dudosa de lo que pudiera llegar a decir a aquellos dos. Pero finalmente prosiguieron en lo suyo aunque no con el resultado que hubiese deseado.
—Este… —Soltó dudosa ante aquella propuesta.
Una cita por información, un trato que escapaba de la lógica según ella considerando que estaban en el interior de la aldea, es decir, compatriotas metiéndose en el trabajo del otro… Bonito, ¿no?
—Tiene pastel entre los dientes —le indicó retrocediendo un paso y con cara de cachorro asustado—. Cuando termine de trabajar, ¿le parece? —agregó dudosa.
Sí, acababa de aceptar la cita de un desconocido, superior y que para colmo tenía pastel entre los dientes en mientras trabajaba. «Hideo me mata »Se planteó antes de volver a dirigir la palabra a aquel hombre.
—Soy Kageyama Koko, necesito escoltar a Yuriko durante todo el tiempo que esté en la aldea —acompañando sus palabras, la pecosa sacó el pergamino de su portaobjetos y se lo mostró al chuunin—. Aquí tengo el pergamino.
Solo le restaba esperar que el hombre aceptase el trato y le diera la información que solicitaba. Tampoco necesitaba cumplir con su parte del trato… ¿Verdad?
—Este… —Soltó dudosa ante aquella propuesta.
Una cita por información, un trato que escapaba de la lógica según ella considerando que estaban en el interior de la aldea, es decir, compatriotas metiéndose en el trabajo del otro… Bonito, ¿no?
—Tiene pastel entre los dientes —le indicó retrocediendo un paso y con cara de cachorro asustado—. Cuando termine de trabajar, ¿le parece? —agregó dudosa.
Sí, acababa de aceptar la cita de un desconocido, superior y que para colmo tenía pastel entre los dientes en mientras trabajaba. «Hideo me mata »Se planteó antes de volver a dirigir la palabra a aquel hombre.
—Soy Kageyama Koko, necesito escoltar a Yuriko durante todo el tiempo que esté en la aldea —acompañando sus palabras, la pecosa sacó el pergamino de su portaobjetos y se lo mostró al chuunin—. Aquí tengo el pergamino.
Solo le restaba esperar que el hombre aceptase el trato y le diera la información que solicitaba. Tampoco necesitaba cumplir con su parte del trato… ¿Verdad?