10/08/2017, 16:06
Juro no tardó en adelantarse a otra posible jugada por parte del vendedor, advirtiendo a la chica que tuviese cuidado, pues no sabían qué mas podía tener éste hombre en su carretilla —además de un bocadillo— y seguramente podría usar en contra de ambos. Sin embargo, el chico parecía estar fuera de lugar, todo parecía ir en contra de la pelirroja. El vendedor no tardó en anunciar que su objetivo era la inmortalidad de Aiko, la conseguiría ya fuese por las buenas o por las malas.
—¡...y una mierda! —contra argumentó la chica.
No pensaba dar a torcer su brazo, mucho menos dejarse atrapar por un gordo y su panda de papanatas. De pronto, su apoyo salió a la luz, saltando a toda velocidad desde su carromato. Juro había tenido toda la razón, acertó de lleno. Ésta mujer, de características realmente singulares, que claramente parecía una esclava, se arrojó sobre Aiko. En el mismo salto, giró sobre si misma, lanzando una potente patada giratoria con la que casi parecía pretender tirarla por el acantilado.
Aiko, que ya tenía alzada la guardia, y por ende no estaba desprevenida, giró sobre sí misma a la par que se agachaba. La pierna de su atacante pasaría por arriba suya, en lo que ésta deslizaba su pierna en una patada que barrería a su oponente, haciéndola caer al suelo por medio de su único punto de apoyo posible. Muy diestra había de ser para contrarrestar su jugada, pero... no podía menospreciarla.
El cuerpo de Aiko comenzó a agrietarse por ciertas partes, y en lo que terminaba su contraataque, una daga de papel surgiría a la altura de su mano zurda, la cual empuñaría y acercaría al cuello de su atacante en caso de haberla derribado.
—¿De verdad creen que soy tan fácil de atrapar si voy anunciando mi don? ¿Acaso son idiotas?
—¡...y una mierda! —contra argumentó la chica.
No pensaba dar a torcer su brazo, mucho menos dejarse atrapar por un gordo y su panda de papanatas. De pronto, su apoyo salió a la luz, saltando a toda velocidad desde su carromato. Juro había tenido toda la razón, acertó de lleno. Ésta mujer, de características realmente singulares, que claramente parecía una esclava, se arrojó sobre Aiko. En el mismo salto, giró sobre si misma, lanzando una potente patada giratoria con la que casi parecía pretender tirarla por el acantilado.
Aiko, que ya tenía alzada la guardia, y por ende no estaba desprevenida, giró sobre sí misma a la par que se agachaba. La pierna de su atacante pasaría por arriba suya, en lo que ésta deslizaba su pierna en una patada que barrería a su oponente, haciéndola caer al suelo por medio de su único punto de apoyo posible. Muy diestra había de ser para contrarrestar su jugada, pero... no podía menospreciarla.
El cuerpo de Aiko comenzó a agrietarse por ciertas partes, y en lo que terminaba su contraataque, una daga de papel surgiría a la altura de su mano zurda, la cual empuñaría y acercaría al cuello de su atacante en caso de haberla derribado.
—¿De verdad creen que soy tan fácil de atrapar si voy anunciando mi don? ¿Acaso son idiotas?