10/08/2017, 20:04
Aiko consiguió evadir sin demasiados problemas la feroz patada de su oponente, y en una respuesta rápida y certera con su pierna, consiguió derribarla. Ésta cayó al suelo, en un golpe seco y tosco. En ese mismo instante, la pelirroja aprovechó la situación para abalanzarse rápidamente sobre la chica, haciendo que ésta no pudiese moverse demasiado, y amenazó con su daga en el cuello de su rival. Todo parecía estar controlado, hasta que Juro respondió por ellos. Quizás, el chico interpretó que la pregunta iba dirigida a él, e irónicamente contestó con lo que él especulaba.
Bajo amenaza, el gordo salió de su escondrijo, eso si, armado con una enorme ballesta y apuntando a la pelirroja. Ésta alcanzó a mirar el panorama, y para cuando lo hizo, al grito del susodicho hombre el arma disparó su munición directa hacia el torso de la inmortal.
«¡Mierda!»
Con solo dos opciones rápidas en elección, la chica tomó la mas inteligente —evadir— y así pensado, rodó hacia su costado izquierdo. Lamentablemente, con ello había dejado libre a la mujer. Con el mismo movimiento, la chica se reincorporó tan rápido como pudo, y lanzó la daga contra la mujer, directa hacia sus piernas.
Para cuando volvió a mirar hacia el gordo, Juro había usado un frasco con el mismo tono que el gordo antes le había ofrecido. Sus movimiento cesaron, y el arma cayó al suelo. Sabiendo que el maldito cobarde estaba paralizado por su improvisado compañero, la chica se levantó por completo, y alzó de nuevo su guardia mientras buscaba nuevamente encarar a la mujer.
—Gracias de nuevo, Juro.
Bajo amenaza, el gordo salió de su escondrijo, eso si, armado con una enorme ballesta y apuntando a la pelirroja. Ésta alcanzó a mirar el panorama, y para cuando lo hizo, al grito del susodicho hombre el arma disparó su munición directa hacia el torso de la inmortal.
«¡Mierda!»
Con solo dos opciones rápidas en elección, la chica tomó la mas inteligente —evadir— y así pensado, rodó hacia su costado izquierdo. Lamentablemente, con ello había dejado libre a la mujer. Con el mismo movimiento, la chica se reincorporó tan rápido como pudo, y lanzó la daga contra la mujer, directa hacia sus piernas.
Para cuando volvió a mirar hacia el gordo, Juro había usado un frasco con el mismo tono que el gordo antes le había ofrecido. Sus movimiento cesaron, y el arma cayó al suelo. Sabiendo que el maldito cobarde estaba paralizado por su improvisado compañero, la chica se levantó por completo, y alzó de nuevo su guardia mientras buscaba nuevamente encarar a la mujer.
—Gracias de nuevo, Juro.