11/08/2017, 23:49
—Vamos, pues —sentenció, dejando que su escolta tomase el rumbo por primera vez.
Quince minutos más tarde, ya se encontraban en el interior del lujoso restaurant tradicional de estilo japonés que yacía plácidamente iluminado, repleto de gente adinerada. Y de esas había mucha en Uzushiogakure, Koko lo sabía con certeza. Así pues, de buenas a primera, ambas terminaron codeándose con todo tipo de gente de la alta alcurnia. Muchos se acercaron a saludar, otros a pedir autógrafos, y algún que otro baboso a soltar algún comentario mordaz acerca de la evidente belleza de aquel par de mujeres. Yuriko se dedicó sin más a recibir a todos gustosamente, respondiendo como se debía a su público y guardando muy bien las apariencias. Aunque después de cierto tiempo, lucía hastiada del constante abordaje de gente.
Para la suerte de ambas, pronto los mozos del lugar advirtieron a los lugareños y el acoso cesó. Saritama Yuriko quedaría a gusto con su empleada, Koko, sentada frente a ella.
—Y bien, ¿por qué no me cuentas un poco sobre ti? Háblame de tu vida en Uzushiogakure. Tus sueños, tus metas. Quiero saber qué hay dentro de esa linda cabecita.
Yuriko acarició su cuello, seductora, cerciorándose de que su amado collar aún la envolvía en un abrazo fraternal.
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Quince minutos más tarde, ya se encontraban en el interior del lujoso restaurant tradicional de estilo japonés que yacía plácidamente iluminado, repleto de gente adinerada. Y de esas había mucha en Uzushiogakure, Koko lo sabía con certeza. Así pues, de buenas a primera, ambas terminaron codeándose con todo tipo de gente de la alta alcurnia. Muchos se acercaron a saludar, otros a pedir autógrafos, y algún que otro baboso a soltar algún comentario mordaz acerca de la evidente belleza de aquel par de mujeres. Yuriko se dedicó sin más a recibir a todos gustosamente, respondiendo como se debía a su público y guardando muy bien las apariencias. Aunque después de cierto tiempo, lucía hastiada del constante abordaje de gente.
Para la suerte de ambas, pronto los mozos del lugar advirtieron a los lugareños y el acoso cesó. Saritama Yuriko quedaría a gusto con su empleada, Koko, sentada frente a ella.
—Y bien, ¿por qué no me cuentas un poco sobre ti? Háblame de tu vida en Uzushiogakure. Tus sueños, tus metas. Quiero saber qué hay dentro de esa linda cabecita.
Yuriko acarició su cuello, seductora, cerciorándose de que su amado collar aún la envolvía en un abrazo fraternal.